‘En Grand Central Station me senté y lloré’ es un pequeño libro escrito en los años 50 por Elizabeth Smart. Se trata de una obra muy particular, a medio camino entre la narrativa y la poesía, en la que la autora nos cuenta su historia de amor con el poeta -casado – George Barker (del que se enamoró leyéndolo ya antes de conocerlo). Se trata de un libro intenso e hipnótico que afirma el poder del amor sobre todo lo demás: las convenciones sociales, las leyes, los sentimientos de terceras personas, o el dolor.
«Pues decir que no vendrá, que nunca vendrá, es arrojarme al torbellino y entregar mi razón a la locura: es arrojar mi niño, mi niño amado, aún no nacido, a una inundación de sangre y muerte. Eso no puedo hacerlo, y la naturaleza me envía un millar de instintos desesperados que me empujan arriba y abajo por las calles, a escrutar revistas, a quedarme febrilmente absorta comparando precios de gramófonos.
No pensaré en el futuro ahora. No tengo tiempo. Cuando haya lavado las medias pensaré. Cuando haya cosido ese botón pensaré. Cuando haya escrito la carta pensaré. Previsora, la naturaleza me otorga la habilidad de Penélope para tareas precisas, diminutas, que en el pasado yo hacía de cualquier manera, como coser ojales y volantes para cuellos. Pues Dios mío querido, no debo pensar ahora, porque no puedo llorar aquí. Las paredes son demasiado delgadas.
No hay ningún sitio y ningún tiempo para esa palabra.»