Los crecientes dolores de adrian moleHoy nos despertamos con la triste noticia de la muerte de Sue Townsend, sin duda uno de los referentes de la literatura juvenil universal gracias a la saga de Adrian Mole, que sigue las andanzas del protagonista desde que tiene 13 años y 3/4 de edad, hasta que es un hombre hecho y (más o menos) derecho. Ya aquí mostramos una vez un fragmento del primer libro de la serie, pero hoy queremos hablar del segundo, y uno de nuestros favoritos: ‘Los crecientes dolores de Adrian Mole‘. Ahí encontramos el diario de un Adrian Mole quinceañero que decide convertirse en un intelectual, intentando sumarse al existencialismo, el feminismo, el anarquismo u otros ismos (aunque sigue siendo en realidad ingenuo, torpe y no especialmente brillante, por supuesto). Destaca, como siempre, la ironía de la autora, mucho más afilada de lo que los libros juveniles nos suelen tener acostumbrados. Muy, muy divertido, incluso si de joven ya no tienes nada.

«Lunes 12 de abril

Lunes de Pascua

Creo que a mamá empieza a patinarle el coco, se está comportando todavía más raro que de costumbre. Vino a mi habitación a cambiar las sábanas, y cuando protesté porque estaba tirando las cenizas de su cigarrillo sobre mi mapa de la Guerra de las Malvinas me dijo: «Por Dios, Adrian, esta habitación es como un maldito santuario. ¿Por qué no puedes dejar tu ropa tirada por el suelo como los adolescentes normales?»

Le dije que me gusta que las cosas estén limpias y ordenadas, pero ella dijo: «Eres un maldito obsesivo», y se fue.

Mi madre y mi padre están siempre discutiendo por su habitación. La parte de mi padre está completamente limpia, pero la parte de mi madre es asquerosa: ceniceros rebosantes, viejos Observer amarillos, libros, revistas, y charcos de bragas de nailon por el suelo. Su mesilla de noche está llena de cosas horribles que compra en las tiendas de segunda mano, estatuillas con un solo brazo, jarrones rotos y apestosos libros viejos. Compadezco a mi padre por tener que compartir su habitación con ella. Todo lo que tiene en su mesilla es su libro de Alcohólicos Anónimos y una foto de mi madre el día de su boda. Es la única novia que he visto con humo de cigarrillo saliéndole por los agujeros de la nariz.

No consigo entender por qué mi padre se casó con ella».