Los libros son un material muy delicado. Lo son ahora, cuando las bibliotecas tienen que echar mano de sistemas de control de la humedad y de la temperatura para hacer que los libros no se dañen, y lo eran mucho más antes, cuando los libros eran un bien de muy difícil acceso, uno muy caro y uno para el que no había deshumidificadores que enchufar a la pared para que hiciesen el trabajo de eliminar el agua de la atmósfera. Tampoco había servicios de fumigación que acabasen con los ‘enemigos’ de los libros, así que los responsables de las bibliotecas tenían que ser muy imaginativos para encontrar la solución perfecta para evitar los grandes males que se cernían sobre los libros.
Y la solución perfecta, y la más imaginativa, estaba, muchas veces, en la propia naturaleza. Las bibliotecas del pasado solían tener gateras, donde vivían gatos que se soltaban de noche para acabar con los ratones (grandes enemigos de los libros, por cierto) y, en una biblioteca concreta, además contaban con otros sorprendentes aliados. Ellos tenían murciélagos de biblioteca y, lo que es más fascinante, los siguen teniendo. La biblioteca en cuestión es la impresionante biblioteca de la Universidad de Coimbra, la Biblioteca Joanina. En el también portugués palacio de Mafra también empleaban el mismo sistema para proteger la biblioteca (aunque aún no hemos estado y por eso no podemos contároslo con detalle, pero lo apuntamos en la lista de cosas pendientes).
En la biblioteca emplearon varios mecanismos para la protección de los libros, como la utilización de ciertas maderas, y además invitaron a vivir en ella a una colonia de murciélagos. Quienes visitan hoy la biblioteca no los ven, como tampoco los ven quienes leían en ella en el pasado, porque los murciélagos (como corresponde al tipo de animal que son) duermen durante el día. Cuando llega la noche, salen a volar por la biblioteca (una joya barroca que está en la lista de las bibliotecas más bonitas del mundo) y acaban con los insectos que suelen atacar los libros. De este modo, la biblioteca cuenta con un control de plagas completamente natural y muy efectivo, el mismo que empleaban además siglos atrás.
Los murciélagos, eso sí, no son tan limpios como los gatos y no saben usar un cajón de arena. Por ello, antes de que llegue la noche, los trabajadores de la biblioteca deben cubrir las mesas de la biblioteca (joyas barrocas de madera de roble) con manteles de cuero, que serán los que los protejan de la actividad de los murciélagos.
Foto anneheathen