Cuentos sexistas

No es que uno necesite ver los resultados de un estudio para descubrir que los libros infantiles reproducen clichés de género. Basta con ir a cualquier librería. Aún recuerdo con horror una experiencia en el Toys’r’us en la que cogí un libro al azar, por pasar el tiempo  y me encontré con una historia de una chica que era muy tonta (pero daba igual porque era guapa) y como su marido la tenía que corregir para hacer de ella una persona sensata. Y no era nada inocente.

Aunque lo peor no son esos albumes ilustrados que nos horrorizan, porque al fin y al cabo, nadie en su sano juicio se los compraría nunca a un niño (quiero creer). Lo peor es lo que no es obvio, lo que se introduce sutilmente, las mamás haciendo la comida, los papás llegando cansados después del trabajo. En uno, dos, tres, cuatro, cinco, cien cuentos infantiles.  Y todos parecen bonitos, y están llenos de buenas intenciones. Pero lo que corresponde a mamá y lo que corresponde a papá acaba quedando muy claro.

Después, los estudios, claro, certifican lo que ya nos había indicado nuestra experiencia. Es el caso de una investigación de la universidad de Shepherd, dirigida por Amy DeWitt, que tras analizar más de 300 cuentos infantiles de entre 1900 y 2010 ha concluido que los roles de género se han mantenido a lo largo de esas décadas. Así, las madres aparecen cuidando y confortando, mientras que los papás se dedican a traer el dinero a casa y a jugar. En el año 1900 y, casi en el mismo porcentaje, en el año 2000. ¡Y eso que se trata de cuentos sacados de una lista de recomendaciones para colegios!

Para hacer el estudio se seleccionaron una serie de comportamientos: de afecto (consolando, besando), de cuidado (lavando, dando de comer), de disciplina (regañando, pegando), de compañía (jugando, llevándolo a sitios), y de trabajo. Y se apuntaba, por cada libro, cuales de esos comportamientos tenían la madre y el padre.

Como es esperable, se encontraron repetidamente los mismos estereotipos. Lo que ya no era tan esperable es que apenas variaran con el paso de los años. Por ejemplo, en los cuentos escritos a partir del 2000 si se encontraron más padres bañando o dando de comer, y más madres trabajando fuera de casa, pero solo en la misma proporción que en los años 70. Y tras eso hubo un retroceso y la cantidad de mamás trabajadoras o papás cuidadores volvió a descender, por lo que no se puede considerar demasiado significativa esa mejora de los últimos años.

Evidentemente no hay nada malo en que los peques vean en los cuentos (o en la vida real) a mamás dando de comer, o a papás jugando al fútbol con sus hijos. Pero cuando ciertas acciones solo las ven realizadas por uno de los progenitores, es difícil no sacar conclusiones sobre si hay cosas «de chicas» y cosas » de chicos». Es un aprendizaje sutil, pero no por ello menos peligroso. Y dice mucho sobre la supuesta sociedad igualitaria en la que se están criando los niños.

(La foto de portada es del educativo libro ‘I’m glad I’m a boy, I’m glad I’m a girl’, pero que no cunda el pánico, se publicó en 1970. Creo que se suponía que era una sátira, pero en todo caso sería importante comprobar si los niños que lo leyeron cogieron o no el concepto).

Vía | Pacific Standard

Foto | Izismile