Cuando nació Margaret Lucas era la hija pequeña de un barón, que compartía sus tutores con sus hermanos (muchos hermanos). Cuando creció, se convirtió en una de las damas de la corte de la reina Enriqueta María, la esposa de Carlos I, en su corte en Oxford. La familia de la joven Margaret esperaba así protegerla de las tensiones políticas de la época, el siglo XVII, ya que viviría en la corte. Lo curioso es que, aunque la madre de Margaret le dio su permiso para convertirse en dama de corte, la decisión partió de la propia Margaret y eso que ella era bastante tímida y, aunque era capaz de ser divertida y habladora con sus hermanos, no lo era tanto con los extranjeros. Margaret siguió a la corte al exilio (Carlos I perdió el título en 1649 tras una revolución – que le hizo perder el trono y literalmente la cabeza – y Oliver Cromwell se hizo con el poder) y allí se acabaría casando a los 22 años con William Cavendish, un entonces marqués (tras la restauración de la corona británica se convertiría en duque) que era 30 años mayor y que supo ver lo que los demás no veían, que Margaret era bastante fascinante (llegar hasta los 22 soltera, entonces, no era lo habitual). Margaret Lucas se convirtió así en Margaret Cavendish y en la mujer que pasaría a la historia de la literatura.
Porque Margaret no fue solo un exótico miembro de la clase alta británica de la época. Cuando 16 años después de marchar al exilio los aristócratas volvieron al país, la duquesa era una de las piezas más llamativas del lote, dedicando mucho tiempo y esfuerzo a su vestuario, que convertía en una forma más de expresarse. Pero Margaret no solo era célebre por su ropa exótica y extraña sino también por sus escritos, que habían sido publicados en los años precedentes en Londres y que eran diferentes a lo que se podría esperar de una dama aristócrata (o de una dama en realidad). Margaret Cavendish era tan diferente a todo que era conocida popularmente como Mad Madge.
Su historia es ahora la base de una novela, Margaret the First
, de Danielle Dutton (la acaba de publicar Catapulte en Estados Unidos y Scribe en Reino Unido, que es la edición que yo leí), una novela breve, que sigue la biografía de Margaret Cavendish jugando con diferentes registros (la primera parte, la parte de la que la propia Margaret dejó una autobiografía, está en primera persona y el resto en tercera) y que funciona como ese tipo de novelas que hacen que cuando acabes de leer te vayas de cabeza a la Wikipedia y a ampliar la lista de ensayos literarios que quieres leer. La novela funciona como un primer contacto con la biografía de Cavendish y con su carrera literaria.
Porque Cavendish fue una mujer en ese último punto adelantada a su tiempo. Su marido, el duque, apoyó su carrera literaria y estaba muy orgulloso de las obras literarias de su excéntrica esposa (llegó a dedicarle sonetos a algunas de las obras de Margaret). Su marido hizo que Margaret entrase en círculos muy importantes a nivel científico, literario y filosófico y fue clave para la publicación de sus obras. Eso, en pleno siglo XVII, es un punto bastante llamativo. La obra de Margaret era también diferente. Su obra más popular es The Blazing World, una novela utópica que hoy es considerada por algunos críticos como unas de las pioneras de la moderna ciencia ficción y uno de los primeros textos publicados por una autora en ese género.
Y es que cuando se habla de Margaret Cavendish hay que hablar claramente de autoría. A pesar de que entonces (y en realidad hasta antes de ayer, como quien dice) las mujeres publicaban de forma anónima o bajo pseudónimo, Cavendish firmó todas sus obras con su nombre real y, por mucho que la alta sociedad se escandalizase, todo el mundo sabía quién era la autora de esos textos. Margaret era escritora y se definía como tal. A todo esto, hay que sumar que escribía de temas complejos (lo que hacía que sus contemporáneos la mirasen aún peor) como reflexiones filosóficas y cuestiones científicas.
La obra de Cavendish es amplia y su biografía fascinante. Margaret murió a los 49 años, unos cuantos años que su marido (a quien la muerte de su esposa lo pilló completamente por sorpresa). Dejó tras de sí novelas, obras de teatro, poemas (¡incluida una colección de poemas sobre cuestiones científicas, The Atomic Poems!) y más textos, que ahora bien podrían entrar en la colección de lecturas de escritoras olvidadas.
(Y sí, por supuesto, tras leer la biografía no pude evitar comprarme Mad Madge: Margaret Cavendish, Duchess of Newcastle, Royalist, Writer and Romantic, a pesar de mi infinita pila de libros pendientes de leer)
Quisiera saber si yo me pusiera a traducir sus obras que no están en español, podría y no habría algún problema de derechos o sí?¡