En uno de los diálogos de La abadía de Northanger, de Jane Austen, una de las protagonistas le dice a otra que tiene una lista de libros preparados para cuando acaben de leer Los misterios de Udolfo, el libro al que están enganchadas en ese momento. Y cuando la interlocutora pregunta entusiasmada qué es lo que leerán después, responde. “Te lo diré ahora mismo, pues llevo los títulos escritos en mi libreta: El castillo de Wolfenbach, Clermont, Avisos misteriosos, El nigromante de la Selva Negra, La campana de la media noche, La huérfana del Rin y Misterios horrible. Creo que con estos tenemos para algún tiempo”.

la abadia de northanger

No todos estos títulos con misterios y cosas terribles salen de la imaginación de Jane Austen: Los increíbles títulos estaban sacados de la lista en los que eran los grandes bestsellers de su momento, los títulos más vendidos de principios del siglo XIX en el Reino Unido del que ahora hacen tanto uso las novelas del subgénero Regencia, y que editaba la editorial Minerva Press. El nombre de esta editorial aparece justamente mencionado en alguna de esas novelas, en las que los protagonistas leen con entusiasmo esas historias de amores imposibles, misterios aterradores y final feliz. Porque, además de ser uno de los primeros productores de grandes best-sellers, Minerva Press es la predecesora de las novelas sensation que tanto éxito tendrían en las décadas siguientes y en cierto modo la abuela de las editoriales de novela romántica que triunfan ahora.

En común tienen muchas cosas: desde el alcance de sus libros (que se vendían bastante masivamente), el público lector (fundamentalmente femenino), la temática (eran historias de amor y por tanto desdeñadas por la crítica) hasta el ritmo editorial (publicaban muchísimo títulos al año, muy por encima de cualquier otro editor; al menos unos 14 por mes).

Detrás de Minerva Press está William Lane, un editor británico que montó la editorial en 1790 y le puso un nombre propio y único (no su nombre, como solía ser habitual). La editorial funcionó durante todo el período de Regencia y fue editando título tras título. Muchas de sus obras estaban firmadas por escritoras, ya que escribir novelas era una de las pocas fórmulas que tenía una mujer de buena familia y sin fortuna para encontrar de qué vivir, como apunta en el completo e interesante artículo que la escritora Caroline Jewel publicó sobre esta editorial. De esas escritoras poco se sabe hoy en día (como poco se sabe, por ejemplo, de Ann Radcliffe, a pesar de que sus novelas fueron muy populares).

Los libros de Minerva Press se vendían en la sede de la firma, pero también formaban parte de las bibliotecas ambulantes que estaban de moda entonces y que eran una de las fórmulas de más éxito para llegar a los lectores entonces (los libros eran caros, no lo olvidemos, y con estas fórmulas se pagaba un poco de dinero y se tenía derecho a leer esos contenidos). Lane pagaba además bastante bien a los escritores para conseguir quedarse con los títulos y que siguieran produciendo historias para él.

La fórmula de estas novelas era muy sencilla (lo que por supuesto no es lo que gusta a la crítica). Por una parte estaba el punto de misterio y horror, tipo heredero intenta escapar a malvado tío y descubre cómo murieron sus padres. Por otro está la parte de amor, joven dama conoce a un maravilloso príncipe azul pero se separan, ella se casa con otro y ¡boom! vuelven a encontrarse. Y por supuesto estaba la promesa de un final que haría felices a los lectores. Un diccionario del XIX definía estas novelas como simplemente historias en las que el héroe y la heroína acaban juntos y felices después de muchos problemas para estar juntos.

Y aunque los libros de Minerva Press acabaron cayendo en el olvido, lo cierto es que el paso del tiempo y la curiosidad ha hecho que empiecen a ser recuperados por los expertos y vueltos a poner al acceso de los lectores. Una editorial estadounidense ha, de hecho, publicado ya títulos como Clermont, The Castle of Wolfenbach o The Necromancer; or, The Tale of the Black Forest