diarios

Cuando se piensa en un diario, se piensa en uno de esos con portadas de corazoncitos y candados que cualquier hermano puede abrir sin mucho esfuerzo y en el que se vuelcan los más profundos sentimientos (ya sabeis, quién te gusta, lo malo que es X, lo terrible de pelearse con los hermanos y toda la tragedia de ser adolescente) O si no, se piensa en algunos de esos diarios que han sido editados con posterioridad a la muerte de su autor y que todos leemos con mezcla de interés cotilla e interés histórico, como puede ser el caso de los diarios de Alice James o los de Sofía Tolstoi. Pero ¿qué sentido tiene un diario en el mundo cotidiano?

Al parecer mucha y posiblemente cuando acabe el artículo os lancéis a comprar un cuaderno bonito y a escribir cada día (yo estoy pensándolo seriamente gracias a la escritura del mismo). Si tenéis previsto convertiros en escritores célebres, es lo mínimo que podéis hacer por vuestros futuros lectores. Pero, aunque no entre dentro de vuestros planes, escribir un diario también es bueno por muchas otras razones.

Austin Kleon, en Roba como un artista, explica que un diario es una manera genial de alimentar la creatividad. Escribir de forma regular nos ayudará a ser más creativos y al mismo tiempo funcionará como un cuaderno de bitácora de lo que estamos haciendo y que nos permitirá navegar siempre por nuestro pasado. No se trata en realidad de que te dediques a escribir cada día sobre tus pensamientos más íntimos. Un ‘hoy fui al cine, vi esto y no me gustó’ es más bueno para crear el hábito.

No es el único que piensa eso. Uno de los habituales consejos para ser productivo para escritores es el de lanzarse a escribir siempre y sin que importe el que. Obligarse a escribir es la llave para directamente escribir y un diario no es más que una manera de tener una excusa para escribir todos los días. Varios son los escritores que lo recomiendan como una herramienta para combatir la pereza y otros como una llave para mantener cierta parte de, por así decirlo, honestidad con uno mismo. Y, como explicaba Kafka en su propio diario, sirve para entender los cambios que operan en uno mismo y en como escribe.

Foto marc falardeau