Descubrí a Ana Martí, una periodista barcelonesa que trabaja en los años 50 como freelance para diferentes medios, por casualidad. La primera novela que protagonizaba, Don de lenguas y escrita a dos manos por Rosa Ribas y Sabine Hofmann, era un Kindle Flash un día y la compré porque la parte filológica de la trama me parecía muy original (a Ana le ayuda su prima, Beatriz, filóloga, a resolver un caso y usan la lengua y la literatura para ello). Luego leí la segunda entrega, El gran frío, y me convertí en súper fan y en ‘evangelista’ (le he recomendado esta saga ya a unas cuantas personas). De hecho, El gran frío me la compré directamente en papel, porque los libros que me gustan mucho no me gusta tenerlos en ebook. Y, cuando hace unas semanas descubrí que este mes salía el último de los libros de la trilogía, Azul Marino, hice algo que no había hecho hasta ahora con ningún libro en papel: lo precompré online para recibirlo en mi casa el mismo día del lanzamiento.
Azul marino, la última entrega, no es tan buena como las anteriores, aunque sigue siendo un buen libro (quizás pague el que a mí El gran frío me pareció muy bueno y me dejó muy buen sabor de boca), pero es un gran cierre para la historia y, sobre todo, una excusa perfecta para que haga proselitismo una vez más de estas novelas.
Y, como además nos encantan las listas, aquí van una serie de puntos sobre por qué hay que leer las tres novelas protagonizadas por Ana Martí, periodista de sucesos y de crónica social en la Barcelona de hace 60 años.
1. Intenta hacer un reflejo de la época fiel
Una de las cosas que más me impresionan como lectora (y que más aplaudo como periodista que escribe de libros) de esta saga de novelas es que Ribas y Hofmann han logrado meterse perfectamente en la época y en las personas de la época. Es decir, escriben una novela histórica de misterio y lo hacen de una forma nada anacrónica.
La protagonista es una mujer de los años 40-50 con todo lo que eso supone y lo vemos. No caen en la tentación de hacer que Ana sea uno de esos personajes de novelas históricas que parecen trasplantados desde 2016 al año que toque. Esto funciona además a todos los niveles. Por ejemplo, puede que las relaciones sociales que establecen los protagonistas (y aquí tengo que luchar para no hacer un spoiler que lo muestra claramente de una relación amorosa) sean cuestionables, criticables o difíciles de ver a los ojos actuales, pero son muy al hilo de lo que pasaba entonces.
2. Y consigue crear un efecto ventana
Todo esto tiene un efecto sobre la historia y sobre cómo funciona. Ocurre también con Pensión Leonardo, la novela sobre una pensión en los años 60 que publicó Rosa Ribas en solitario. Las historias tienen lo que se podría llamar efecto ventana: las autoras logran hacer que se sienta que se está viendo esa época y ese momento y logran un gran sentimiento de realidad.
3. Utiliza elementos de la historia de entonces no siempre usados y conocidos
Las tres novelas se ambientan en tres años diferentes y en tres momentos concretos de la historia reciente: un congreso eucarístico que se ve como una suerte de legitimización de la dictadura, una ola de frío histórica y la llegada de las tropas estadounidenses a España. Los tres no son elementos muy mainstream en las novelas históricas españolas.
4. Y se nota que detrás hay una completa documentación
Es algo que cuando lees ves que está ahí (las novelas están llenas de pequeños detalles y giros que lo demuestran) pero que no resulta en absoluto molesto. Son novelas, no ensayos de historia. Las escritoras han logrado introducir la historia y los detalles en la trama, pero no molestan al lector con ellos. Usando el lenguaje del mundo del marketing: su presencia es completamente orgánica.
5. Los personajes no son ‘domesticados’ para hacerlos parecer más atractivos
Ahí está Isidro, el inspector que es el enlace que Ana Martí tiene con la policía, que no es nada amistoso. Un elemento más del punto primero: las autoras consiguen hacer un reflejo fiel de la época, con todas sus sombras y si tienen a un policía de la brigada criminal de la policía franquista tienen a un policía de la brigada criminal de la policía franquista.
6. Está escrita a dos manos, pero no se logra descubrir dónde empieza una autora y donde acaba la otra
Resulta fascinante, cuando se lee no solo por placer sino también con voluntad de análisis, fijarse en el hecho de que estas son unas novelas escritas por dos autoras (¡y dos autoras que vienen de dos idiomas diferentes!). Por mucho que se intente no se logra, sin embargo, encontrar el punto en el que cambia la mano que escribe.
7. Es una serie que acaba de terminar
¡Nada de desesperación esperando a descubrir qué va a pasar! Para aquellos lectores que aman(mos) las series y las sagas y sufren(imos) esperando a que lancen el siguiente libro de las mismas, esto es un argumento de peso. Azul marino es la última entrega, que concluye la trilogía.