Esta es una historia real, que permaneció en los archivos judiciales y que, gracias a actas, sentencias y textos administrativos, permite reconstruir la trayectoria de Francisca de Pedraza. Pedraza, mujer del llamado Siglo de Oro, logró en 1624, en Alcalá de Henares, una sentencia favorable de divorcio. La historia de Francisca de Pedraza la ha convertido ahora a cómic Almudena del Mazo Revuelta, responsable del guión y de las ilustraciones de Francisca de Pedraza: Mujer y media. Decir NO en la España del Siglo de Oro, que publica el Instituto Quevedo de las Artes y del Humor. El libro cuenta también con textos de Ignacio Ruiz Rodríguez sobre la historia de Pedraza.
Francisca de Pedraza entró como joven huérfana en algún convento de Alcalá de Henares, después que sus padres muriesen posiblemente, como explica el cómic, en alguna epidemia de peste. Allí se formaría, con la educación básica que mujeres como ella recibían, hasta que en 1612 se casó con Jerónimo de Jaras. El matrimonio fue muy infeliz, por la simple razón de que Jaras era un maltratador. Dos años después de casarse y aprovechando que Jaras no estaba en la ciudad, Pedraza se refugió en el convento en el que se había criado. Su marido sin embargo fue a ‘recuperarla’ cuando volvió. La ley estaba de su lado y Francisca de Pedraza tenía que volver al domicilio conyugal. Por delante le quedaban 12 años de sufrimientos, en los que las palizas y las humillaciones se sucedieron.
Aunque la ley entonces era muy diferente – y favorable al marido, incluso en esta situación – Francisca de Pedraza arrancó un proceso judicial en 1620 para intentar separarse legalmente de su marido (la ley así no la obligaría a volver al domicilio conyugal y la protegería en cierto modo de la situación en la que se encontraba). Lo que siguió fue un proceso de años en los que parecía que Pedraza no tenía ninguna posibilidad de lograr que la ley fallase a su favor.
En una de las primeras sesiones, Francisca de Pedraza llegó a literalmente desprenderse de su ropa para que el juez viese el estado en el que se encontraba su cuerpo. Jaras prometió sin embargo que iba a cambiar y que no volvería a maltratar a su esposa. Tras ello, sin embargo, la atacó en medio de la calle.
No es difícil imaginar la terrible situación en la que se encontraba Francisca de Pedraza y la sensación de desamparo que debía sentir, ya que la justicia (y la sociedad) estaban de entrada del lado de su marido. A pesar de todo, Pedraza no tiró la toalla y seguiría presentando demandas de divorcio ante la iglesia católica. La iglesia, como ahora, no contemplaba el divorcio salvo en situaciones muy excepcionales. La justicia civil no podía actuar allí donde mandaba la eclesiástica y la eclesiástica no era muy favorable a Francisca de Pedraza. Una sentencia en 1622 le dio la razón pero condenaba a su marido a tratarla con amor y a darle una vida honesta. Francisca de Pedraza tenía que volver al hogar familiar.
Pero Francisca de Pedraza no tiró la toalla y volverá a presentar una nueva demanda de divorcio, la cuarta, para la que contó con un golpe de especial suerte. En esta ocasión, se determinó que tenía que ser alguien con jurisdicción eclesiástica y civil quien juzgara y el caso quedó bajo la jurisprudencia de la Universidad de Alcalá de Henares. El juez, Álvaro de Ayala, no solo dio la razón a Pedraza, sino que también concedió el divorcio y sentenció una orden de alejamiento para el marido. Francisca de Pedraza quedó con la custodia de sus hijos.
¿Es esta la primera sentencia contra la violencia machista que se ha registrado en la historia de España? Posiblemente.
Las ilustraciones de Almudena del Mazo Revuelta ayudan a conectar por vez primera con la historia y, aunque suponen una narración básica de sus puntos clave, son perfectas para conocer a esta mujer pionera que, en la España del Siglo de Oro y con todas las cartas en contra, decidió luchar para conseguir justicia.
Imágenes | Ilustraciones del libro