Hablamos con Julián Olivares, editor y autor de Cascaborra Ediciones. En la web de la editorial, creada a finales del 2016, nos dicen que contar de un modo ameno y divertido la historia militar española es el objetivo de Cascaborra, pero queremos saber más sobre este proyecto valiente y joven que va a cumplir dos años.
– ¿Cómo nace Cascaborra Ediciones? ¿En algún momento alguien te dijo la frase que cualquiera que se lanza a un proyecto editorial escucha: «Estás loco, es una idea preciosa pero no es rentable»?
La idea de crear un sello editorial propio nace de la negativa de varias editoriales a publicar los dos cómics de los que soy guionista: 1805 Trafalgar y 1808 Madrid. Al encontrar las puertas cerradas, comenzó a gestarse la posibilidad de tener una puerta propia.
Cuando el proyecto editorial no era más que una idea, sí que escuchaba repetidamente esa frase. Algunas, incluso más pesimistas. Pero una vez que comenzamos a publicar, encontramos a mucha gente entusiasmada con la idea de desarrollar la colección «Historia de España en viñetas». Prueba de ello son las campañas de mecenazgo con las que sufragamos una parte de los costes de producción, en las que contamos continuamente con el apoyo de muchos mecenas. Ellos son el principal activo que tenemos.
– ¿Quiénes son los lectores de Cascaborra? ¿A qué público os dirigís?
No tenemos un público definido, y eso nos penaliza a la hora de promocionar nuestras publicaciones. Hasta la fecha, esta diversidad nos ha generado algún dolor de cabeza, pero conforme avanzamos en el proyecto editorial, lo vemos como algo positivo, puesto que los clientes potenciales se multiplican. Lo mejor de todo es que muchos de nuestros clientes son padres e hijos que comparten la lectura. Eso nos enorgullece, y es una de las cosas que queremos mantener durante el desarrollo de la colección.
– En la colección «Historia de España en viñetas» podemos encontrar títulos como 1808 Madrid, Bernardo de Gálvez, Pensacola 1781… ¿Qué batallas o acontecimientos históricos queréis contar? ¿Hasta dónde os gustaría llegar?
No tenemos ningún límite. Nos gustaría llegar a todos los pasajes relevantes de la historia militar de España. No solo a los más conocidos, también a aquellos que han quedado algo olvidados. El sentido principal de la colección es la divulgación, teniendo en cuenta que la guerra no es el mejor escenario, intentamos sacarle partido contando historias de contenido variado. Nos ponemos en el pellejo de los personajes para reflexionar sobre el valor, la amistad, el amor, etc.
Tenemos en diferentes fases de producción un buen puñado de historias que irán saliendo a la luz en los próximos meses. Castelnuovo, Rocroi, El Rif, Numancia, Cuba, Ceuta, Granada, El Empecinado, Bailén, Pavía y María Pita. Y andamos con la puesta en marcha de Guadalete, San Quintín, Agustina de Aragón…
También nos planteamos la compra de derechos de cómics ya publicados, sea en mercado nacional o internacional. Trabajamos con una lista de títulos que se adaptan perfectamente a nuestra línea editorial, y que poco a poco intentaremos incorporar a la colección .
– Ilustrar cómic histórico es complejo, ¿cómo se lleva a cabo el proceso de documentación? ¿A qué fuentes acudís? ¿Qué retos supone para los ilustradores?
La documentación es la parte más compleja y delicada de cada uno de los proyectos en los que trabajamos. Tenemos mucho cuidado con los uniformes, armas, estrategia, etc. Para algunos de los títulos que estamos desarrollando, contamos con expertos de la época en cuestión que asesoran a los autores.
Pese a lo que pueda opinar la gente, no todo está en internet, aunque es la herramienta más útil de la que podemos tirar. Cada autor tiene sus propias fuentes. En términos generales, se puede documentar con paciencia cualquier pasaje de forma solvente.
– ¿En qué momento se encuentra el cómic histórico en España? ¿Tiene su espacio en salones del cómic y ferias del libro o se trata de un producto muy especializado que se mueve en otros círculos?
Tengo la sensación de que cada vez hay más publicaciones de cómic histórico. Siempre las ha habido, han estado en las tiendas al alcance de cualquiera, pero el número de títulos parece ir creciendo en los últimos años.
Como cómic, sí que tiene su sitio en salones y ferias. Pero la competencia con superhéroes, zombis o personajes mundialmente conocidos del cómic franco-belga es claramente favorable a estos últimos. Supongo que es normal. Spiderman es mundialmente conocido, pero personajes como Churruca o Valdivia, no tanto. De ahí la relevancia de seguir desarrollando una colección de estas características. Facilitar, mediante un formato atractivo como el cómic, la divulgación histórica.
– Cascaborra lanza campañas de mecenazgo para la producción de sus cómics. ¿Cómo surge esta idea y qué acogida tiene entre los lectores?
El mecenazgo es la parte más importante de los ingresos que tenemos. Nos permite poder pagar los gastos de imprenta y distribución para llevar nuestros cómics a las librerías de todo el país. Además, nos permite poder pagar por adelantado, y de forma integra, la primera edición a nuestros autores. Y que reciban de este modo la remuneración por su trabajo sin la incertidumbre de las ventas. Este es un aspecto importante como estrategia de desarrollo, ya que cada vez más autores llaman a nuestra puerta para ofrecernos proyectos. Poco a poco, nos van conociendo y saben que nuestro método de financiación es fiable. Sin el mecenazgo, no sería posible esta política.
-En casi dos años de vida editorial, ¿qué ha sido lo mejor y lo peor desde que comenzó la aventura?
Lo mejor, constatar que la apuesta por emprender una proyecto como este no era una quimera. Aunque todavía no alcanzamos las cifras de ventas que nos permitan sanear las finanzas tras la puesta en marcha de la editorial, hemos conseguido la estabilidad necesaria para poder seguir desarrollando proyectos nuevos. Es una satisfacción personal enorme.
Lo peor, la poca o nula colaboración que hemos conseguido de las administraciones públicas.