La inminencia del año Galdós, que en cierto ya ha empezado con la apertura de la exposición en la Biblioteca Nacional en Madrid, servirá para recuperar la figura del escritor. En 2020 se cumplirá el primer centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, lo que generará una agenda completa de homenajes, actividades y otras acciones en recuerdo del escritor. Esperamos que el centenario suponga también una excusa para que las editoriales lancen una avalancha de novedades vinculadas a la figura del autor. Es nuestro cálculo de cara al año que viene y en nuestra lista de deseos están ya biografías, recopilaciones de cartas y libros sobre la “pequeña historia” de Galdós y su entorno.
Por el momento, Edhasa ya ha publicado una novela sobre Benito Pérez Galdós. Los ojos de Galdós, de Carolina Molina, ha sido una de las novedades de la recta final del año, una de las entregas que han llegado a las mesas de novedades de otoño-invierno. La novela retoma personajes vinculados a otras historias previas de Molina, pero no es necesario haber leído esos libros para adentrarse en esta novela. La historia funciona sin problemas como un libro exento y no como parte de una saga literaria.
Galdós es el elemento que funciona como reclamo de esta novela, aunque en realidad como personaje es más bien un secundario, una suerte de fondo para desarrollar la historia de la protagonista real de la historia, Carmela Cid. Cid llega al Madrid de finales del siglo XIX decidida a vivir en la ciudad y a empezar una carrera como escritora.
No es sencillo encontrar un lugar como mujer y como autora, por mucho que cuente con los consejos de Galdós, amigo de su familia y que servirá como su introductor en el mundo intelectual madrileño. Como las escritoras necesitan comer, Carmela Cid acaba convirtiéndose en cronista de modas, aunque eso esté muy lejos de lo que buscaba hacer, y en articulista de prensa. La novela la seguirá a lo largo de las siguientes décadas, mientras –paralela a la vida del Galdós real, que descubrimos gracias a la mirada de este personaje– intenta encontrar su lugar en un mundo que está cambiando.
La novela funciona como vía de entrada a Galdós como personaje histórico, no tanto siendo una biografía novelada (que no lo es, Galdós no es el protagonista de la historia) sino un texto que lleva a quien lee al contexto en el que el escritor se movía y lo convierte en una pieza más de esa suerte de ecosistema. Y, sobre todo, la novela funciona como como homenaje al escritor como una suerte de juego literario: es una novela muy meta. Carmela dice en alguna ocasión que se está convirtiendo en una de las heroínas de Galdós… en una novela narrada con regusto a historia decimonónica.
Molina logra así, echando mano de la documentación y del lenguaje de la época (aunque no de un modo que acabe expulsando a la lectora contemporánea de la historia), llevar a quien lee al Madrid de Galdós.