Papá siempre dice: «No tenemos tiempo».
Menuda tontería.
¡Siempre hay tiempo
Para…
Los más pequeños tienen la convicción de que todo lo que les rodea se puede transformar a su voluntad. Desde cualquier objeto hasta conceptos más abstractos como el tiempo parecen tan maleables como la plastilina entre sus manos. Por eso, los dos hermanos que protagonizan Cinco minutos más, de Marta Altés (BlackieLittle), esta divertida historia no entienden la preocupación de su padre a la hora de realizar cualquier actividad.
El tiempo se tiene que adaptar a nuestras necesidades, y no al contrario. De manera que cinco minutos a veces son demasiado y otras poco, pero nunca es suficiente para vivir la vida como se merece: con humor, de forma divertida y disfrutando al máximo. Parece fácil y lo es, la clave está en poner atención plena en todo lo que hacemos y no en lo que falta para terminar algo y empezar con otra cosa.
Una llamada de atención al ritmo desenfrenado que llevamos la mayoría de nosotros y que nos advierte esta bonita historia donde los personajes son zorros humanizados con grandes ojos que reflejan a la perfección sus emociones. Nos encontramos también el guiño simpático que se hace a la lectura y a los libros, porque en materia de cuentos nuca el tiempo nunca es suficiente.
A destacar la actitud de cansancio y desconcierto del padre que tiene que conciliar la familia con otras responsabilidades que le dejan exhausto al final del día mientras sus dos hijos están llenos de vitalidad. Gracias al texto breve y de gran calado que juega con la tipografía y se distribuye en las páginas de forma ingeniosa. Hay que agradecer la cuidada edición de parte de la editorial Blackie Books en tapa dura, papel de calidad y colores en tonos pastel donde destaca el vistoso color naranja propio de los zorros.
Traducido a más de veinticinco idiomas, además de las cuatro lenguas peninsulares, este álbum escrito e ilustrado por la barcelonesa Marta Altés nos invita a reflexionar sobre una de las más grandes obsesiones que más quebraderos de cabeza provoca entre los adultos. Desde una perspectiva infantil despojada de prejuicios y con atención plena en lo que hacemos es más fácil ser conscientes de lo que realmente importa.