Leí y disfruté ‘Kai-no-Hi’ hace unas semanas y solo ahora he encontrado el momento de escribir sobre esta preciosa fábula protagonizada por el pequeño conejo Jomoi. Recordaba, además de la historia, algunas de las imágenes que más disfruté. Entrañable la ilustración en la que Jomoi aparece en su cama, bajo una colcha estampada con zanahorias. Este tiempo de espera me ha obligado a que relea y observe de nuevo un álbum que provoca ternura en cada página. Esta segunda lectura de redescubrimiento la he disfrutado casi más que la primera, quizá por esa certeza feliz que provoca el saber que al otro lado de la página vamos a encontrar aquello que nos gusta. El efecto sorpresa desaparece, pero ya sentimos el libro como propio.
David González ha resultado ser un auténtico descubrimiento. Un ilustrador que nada tiene que envidiar a Benjamin Lacombe y Rebecca Dautremer, dos de los más importantes del momento y que han conseguido ser conocidos entre el gran público. Un estilo delicado, depurado, en absoluto cursi. Riqueza cromática, gran expresividad y una ternura que encajan a la perfección con el relato de Miyazawa y su pequeño protagonista. Parece que hasta podemos oler los lirios del valle y que los animales del bosque, semejantes a muñecos de trapo humanizados, esconden bajo sus costuras un corazón exactamente igual que el nuestro.
Jomoi rescata a un polluelo de morir ahogado en el río. Como agradecimiento, recibirá para que se encargue de su custodia una gema maravillosa: Kai-no-Hi. Como todas las misiones importantes, esta requiere una gran responsabilidad. Jomoi parece inicialmente preparado para asumirla, sin embargo, y a medida que va cayendo en los ardides del zorro, la integridad que mostraba al principio se irá perdiendo con cada acción y la valiosa gema sufrirá las consecuencias de los actos irresponsables del pequeño Jomoi. Los padres de este observan cómo la dicha inicial se va tornando en una actitud que queda bien lejos de lo que se espera de aquellos que cuentan con el honor de custodiar el preciado objeto.
No podemos dejar de sentir ternura y simpatía por el pequeño Jomoi porque ningún comportamiento es tan humano como dejarse arrastrar por la soberbia, el despotismo… Jomoi aprenderá (¡qué remedio!) una valiosa lección, quizá a un precio demasiado alto.
Miyazawa (1896-1933) es uno de los poetas más populares de Japón. Sus relatos junto con los de autores como Akutagawa o Dazai son los más destacados dentro de la literatura japonesa contemporánea.
Chidori Books publica este libro que prescribe a partir de ocho años y nos brinda la oportunidad de disfrutar de un bello relato y conocer la historia de Jomoi.¡Cómo nos gustaría que cobrara vida y saliera de las páginas con sus pantalones cortos y su chaqueta! ¿Quién dijo que los conejos iban desnudos por el campo?