‘La casa
‘ es un viaje por el tiempo. Un recorrido que comienza en 1900 y narra cien años de historia. Observamos los cambios de estación, la transformación del paisaje, y también de las costumbres de la sociedad, la evolución de esta, los cambios que llegan con el progreso y la aparición de nuevas tecnologías.
Innocenti (Florencia, 1940) cuida hasta el mínimo detalle: vestidos, aperos de labranza, alimentos, decoración… Cada ilustración a doble página es una obra de arte. Podemos detenernos a observar las caras de cada uno de los personajes, sus gestos, y la sutileza con la que estos muestran las relaciones entre ellos: una mano sobre el hombro, una mirada que desvela los vínculos afectivos entre unos y otros.
Cada una de las escenas que componen las imágenes cuenta una microhistoria a modo de retablo que ilustra el ciclo vital de la casa, pasando por diferentes etapas. Felicidad y desgracia a lo largo de los años. Terrible es la ilustración de la II Guerra Mundial: miseria, caras de angustia, personas que huyen buscando un refugio. Pero también está la pequeña historia, la que cuenta la despedida de la casa —en la que la próxima generación no quiere vivir—, el abandono y la transformación.
El texto a cargo de J. Patrick Lewis (EE. UU.,1942) se compone de frases cortas que resumen el devenir de la casa y sus habitantes a lo largo de todo el siglo xx, sin perder el tono poético del texto: «El verano ha llegado con su vestido verde. La muchacha toma su futuro de la mano: un valiente soldado venido de la llanura. El tiempo se detiene para celebrar la boda».
Además del que nos ocupa, Kalandraka ha publicado varios de los álbumes de Innocenti, como ‘La niña de rojo’ o ‘Las aventuras de Pinocho’.
Roberto Innocenti recibió el prestigioso Premio Hans Christian Andersen en 2008. Estamos ante la obra de un ilustrador imprescindible; un artista contemporáneo con un talento excepcional al que hay que conocer.