Mujer leyendo libro

Cuenta Lola Larumbe en el prólogo de Mujeres y libros, el último libro de Stefan Bollmann, que acaba de publicar Seix Barral en castellano, que su madre había estudiado Económicas allá por finales de los años 40. Acabó la carrera en 1950 y se casó justo un año después. Lo hizo por amor pero también era lo que realmente se esperaba de ella. Cuando al terminar la carrera fue a pedir trabajo a un viejo amigo de su abuelo, este le recomendó que se casase. “¿Y tú que eres tan mona quieres trabajar?”, le dijo. Su madre, en efecto, se casó, aunque cada día, de cuatro a seis, recuperaba un poco quien había sido antes de casarse y de convertirse en madre y esposa como se esperaba de ella. Anamaría se encerraba a leer y nadie, absolutamente nadie, podía molestarla. No era la única lectora de la familia de Larumbe. Sus tres tías, las tres hermanas solteras de su padre, eran también entusiastas lectoras y las lecturas eran lo que lo unía a lo que habían sido, tres mujeres modernas en la España de la República.

Las historias de lectoras de la familia de la prologuista son historias personales, familiares, posiblemente historias pequeñas, pero son también el perfecto marco para situar lo que nos espera cuando abrimos las primeras páginas de Mujeres y libros, un ensayo con el prometedor subtítulo de Una pasión con consecuencias. Bollmann hace un recorrido por la lectura (femenina) en los últimos tres siglos y como esta lectura cambió muchas cosas.

Se podría caer en el lugar común y decir que es una perfecta lectura para el verano o acabar en eso de que es un ensayo que se lee como una novela (quizás sería mejor decir como un libro de relatos). Lo es, pero eso no debe hacernos perder de vista lo más importante de esta historia. Y es que Bollmann se ha adentrado en la lectura femenina, lo ha hecho sin prejuicios (aplausos para un ensayista serio que hace un análisis igualmente serio de los fenómenos habitualmente infravalorados de la fan fiction y de 50 sombras de Grey) y nos ha regalado un texto que permite entender muchas cosas sobre cómo nos convertimos con el paso de la historia en lectoras y sobre cómo ser lectoras ha afectado a lo que los de ‘entonces’ llamaban la cuestión femenina. Sin duda, las primeras dos terceras partes del libro, aquellas que se centran en los siglos XVIII y XIX, resultan mucho más fascinantes, quizás porque nos cuentan historias no siempre tan conocidas y populares. Pero aún así el cómo leemos sigue siendo una fuente muy importante de información sobre cómo somos y cómo queremos ser.

mujeres y librosLa lectura, la lectura moderna podríamos decir, empezó en el siglo XVIII, cuando mejoraron las condiciones de alfabetización y cuando los libros se hicieron más populares y accesibles. Es además entonces cuando nace la novela moderna. Mientras leía Mujeres y libros y me adentraba de su mano en los ejemplos extraídos de la literatura germana e inglesa me preguntaba qué podría ser lo que estuviese pasando entonces en España. Al fin y al cabo, en España en el siglo XVIII y principios del XIX no había una Minerva Press publicando novelitas de consumo rápido que encandilaban a las lectoras. Navegando por internet encontré unos cuantos artículos académicos que apuntaban a que primero la alfabetización no era tan notable como podría ser en otros países de Europa y que segundo es bastante complicado escribir una historia de la lectura en España como esas que producen en los países anglosajones y que nos acaban atrapando.

Volviendo al libro que nos ocupa, Mujeres y libros abre su historia de la literatura con dos de los fenómenos que marcaron la literatura popular del XVIII y que despertaron las primeras pulsiones lectoras como fenómenos de masas. Por una parte está el no tan conocido hoy en día (y sobre todo para los lectores no germanos) Klopstock. Klopstock protagonizó un movimiento de masas hacia 1750 y despertó pasiones encendidas. Era como un One Direction de las letras, escribiendo poesías amorosas que conseguían enardecer a sus lectores. Tanto era así que en el posteriormente famoso Las desventuras del joven Werther la mención del nombre del poeta consigue tener un efecto directo sobre los sentimientos de los protagonistas. Klopstock, como siempre esperamos de los poetas, estaba enamorado de una muchacha con la que obviamente no se casó y a la que le escribía poemas de amor.

Las poesías de Klopstock se hicieron muy populares y empezaron a ser leídas en voz alta. Las lecturas se convirtieron de hecho en eventos de masas. El propio Klopstock ganaba dinero con ello… y otros muchos hicieron también caja leyendo, imprimiendo y distribuyendo bien pudiesen hacerlo o bien haciéndolo a lo pirata. Klopstock despertaba sobre todo la pasión de las lectoras, que lloraban en las lecturas de sus poemas. Y, por supuesto, los críticos biempensantes no veían con buenos ojos ni a su obra ni a su recepción masiva.

El primer best seller sentimental

Pero Klopstock no era el único entonces que despertaba el interés de las lectoras, al mismo tiempo que él estaba poniendo las lecturas de poesía de moda en Alemania otro escritor estaba movilizando a las lectoras en otro país. De forma paralela, Samuel Richardson estaba viviendo el éxito de su gloria con Pamela, la novela que todo el mundo tenía que leer a mediados del XVIII. Tanto era así que las damas inglesas se dejaban ver con los ejemplares de la obra simplemente para mostrar que estaban a la moda. Pamela no solo era un boom editorial en su Inglaterra natal. Según explica Bowmann, Richardson era entonces el escritor más famoso y más leído en toda Europa y sus novelas habían sido traducidas al francés, al alemán y a otras lenguas europeas.  En España, como descubrimos gracias a otra fuente, se publicó por primera vez en 1794, aunque había sido ya representada en adaptaciones teatrales con éxito.

Pamela podría parecernos ahora una novela un tanto, por usar el lenguaje popular, chunga, pero en su momento tenía cierto punto subversivo y llamativo que hacía que el texto llegase a muchos lectores. Pamela es una muchacha que, ante un revés de la fortuna familiar, tiene que convertirse en criada. Cuando se convierte en criada, entra a trabajar para el señor B., que quiere rápidamente convertirla en su amante. De hecho, llega a intentar violarla. Pamela resiste a todos los avances de su señor y, teniendo en cuenta que se subtitula La virtud recompensada, acaba casándose con él ya que el señor B. acaba enamorándose de ella. Y ahí está el punto que va contra lo habitual. No solo la criada no capitula como previsto ante el señor sino que además se acaba convirtiendo en la señora. Pamela, por supuesto, era leída con pasión por las señoras, pero también por todas esas muchachas que no tenían fortuna y que empezaron a ver que otra cosa era posible.

¿Cómo nació la novela? Pamela fue un perfecto artefacto editorial, como nos cuenta Bollmann. Richardson era un tipógrafo sin pretensiones literarias y, cuando tenía 50 años, se entregó a escribir un libro de modelos de cartas. El futuro escritor era muy hábil detectando tendencias del mercado y sabía que un libro así tendría éxito. Escribir cartas era crucial entonces, ya que era como se presentaban las personas unas a otras, y tener un modelo era algo muy atractivo.

Mientras escribía los modelos de las cartas, se le ocurrió la idea de una novela epistolar que fuesen las cartas que una chica escribía a sus padres. Las dos o tres primeras cartas, confesaba el propio autor, nacieron para “instruir a muchachas bien parecidas que debían entrar al servicio de personas desconocidas, para que no cayeran en la trama que se tiende a su virtud”. Así nació Pamela. Escribió la novela de forma rápida, entre noviembre de 1739 y enero de 1740. Su mujer y sus amigas iban siguiendo las entregas de la historia con auténtica pasión. Mientras escribía, por cierto, Richardson no dejó su trabajo principal de tipógrafo.

Pamela se convirtió en un bombazo. Los lectores debatían el final y si estaban o no de acuerdo con el mismo y rápidamente aparecieron libros que lo imitaban (y parodias, por supuesto: Henry Fielding escribió una de las primeras).

Imagen artvintage1800s.etsy.com