Cuando estudiaba periodismo, teníamos unas cuantas asignaturas de esas más bien prácticas que te preparan ‘para el mundo real’ (también había de esas teóricas que te enseñan teorías de comunicación que, debes confesar años después, más o menos olvidas), lo que básicamente consiste en hacer que te olvides de todo lo que hacía que tus redacciones de adolescente fuesen tan buenas. Y en la lista de cosas que debes tener en cuenta para escribir bien, siempre había periodistas famosos que debes leer. En una asignatura tuvimos que leer una pila de libros, que abarcaban autores de lo más exótico (digamos las crónicas de la guerra carlista de Curros Enríquez) para ver cómo había evolucionado el periodismo.

Fue muy interesante, no lo niego.

También fue muy interesante cuando nos hablaron de nuevo periodismo (y tuvimos que leerlo) o de los pioneros del periodismo gonzo y encubierto, que en este caso era sobre todo un periodista alemán, Günther Wallraff, que había hecho lo que nadie se había atrevido a hacer hasta entonces, viviendo la noticia para luego contarla. Wallraff se disfrazaba, para ser un inmigrante turco en la Alemania de los 70 o para que no lo reconociesen (estaba en la lista negra) las grandes industrias alemanas y poder ver desde dentro sus fábricas.

reportajes magda donatoPero ¿era realmente el primero? No, no lo era en absoluto. Muchas mujeres periodistas lo hicieron antes que él. Ahí está Nellie Bly, la gran pionera del periodismo de investigación estadounidense del siglo XIX, que se hizo pasar por loca para ingresar en una isla manicomio en Nueva York (en uno de esos libros fundamentales de periodismo que hay que leer), aunque en España no la conocemos desde hace mucho tiempo, en realidad. Y ahí está la injustamente olvidada (asumo que a nadie le hablaron de ella en la facultad de Periodismo, como a mí) Magda Donato, una de las pioneras del periodismo de principios del siglo XX en España.

Magda Donato era la hermana pequeña de Margarita Nelken, una de las primeras diputadas del Congreso en España (y por eso firmaba con pseudónimo). Por fortuna para ellas, sus padres eran de origen extranjero (alemán el padre, francés la madre) y por tanto recibieron una educación mucho más cosmopolita que sus contemporáneas. Donato hablaba varios idiomas y era una mujer educada y moderna. Su carrera como periodista empezó cuando era muy joven, en 1917, en la prensa seria (y valorada) del momento, aunque no acabaría hasta que el estallido de la Guerra Civil cambió tantas cosas (y a ella acabaría mandándola al exilio). Su trayectoria y su estilo la cuenta Margherita Bernard en el prólogo de Reportajes, el libro antología que ha publicado Renacimiento con sus “reportajes vividos” de la época de la II República.

Bernard ha hecho un gran trabajo, recuperando los artículos de los periódicos de la época y ajustando algunas cosas, como erratas y laísmos. Pero el texto no está en absoluto lleno de notas a pie de página y no es una publicación para académicos. Cualquiera puede, y debe, leer el libro. Su contenido no le decepcionará.

Porque Magda Donato hizo algo que realmente era modernísimo. Ella los llamaba reportajes vividos y consistían, básicamente, en infiltrarse en la noticia. La periodista se ocultaba bajo otro nombre y se disfrazaba para conseguir vivir lo que quería contar. Empezó pasando en 1932 un mes en un sanatorio mental y acabó en 1936 viviendo en Puente de Vallecas, entonces un barrio popular de existencia difícil. Entre medias, fue secretaria de un adivino indio (que en realidad era de Guadalajara), condenada a pasar un tiempo en la cárcel por una pelea callejera o actriz en una compañía de cómicos de legua, los artistas que recorrían los pueblos más miserables de la geografía española y que era, como Donato nos explica, lo más bajo que se podía caer en el terreno del teatro. También se lanzó a buscar trabajo o a ser enfermera en la Casa de Maternidad, o a mendigar y comer en un comedor de la recién nacida asistencia social.

Los reportajes tienen unos 80 años de antigüedad y, sin embargo, se leen con el mismo entusiasmo que debían leerlos los lectores de Ahora en los tiempos de la república (Bernard explica que los reportajes se anunciaban días antes para que los lectores supiesen que iban a salir). Donato tiene un estilo muy concreto, usa mucho la ironía y los recursos literarios (que sí, ¡es lo que hacía el nuevo periodismo unos cuantos años después!), lo que hace que sus reportajes parezcan increíblemente modernos. Nada de esa prosa engolada de los periódicos del pasado: los reportajes de Magda Donato se leen como si fuesen relatos o pequeñas novelas, aunque todos los lectores sabemos que lo que nos está contando es la realidad.

Cuando acabéis de leer haréis lo que hice yo, buscar más títulos recopilatorios de la obra de Donato en internet.