Estar casada con uno de los grandes escritores del siglo tiene ciertos inconvenientes. Primero, tus diarios pueden servir de material literario para tu marido. Segundo, las cosas que tú escribas pueden pasar desapercibidas o ser consideradas un eco de lo que él escribe. Todo esto le pasó a Zelda Sayre, la esposa de Francis Scott Fitzgerald. Conocida como la flapper por excelencia y por ser la musa literaria de la era del jazz, además de por su comportamiento errático, Zelda Fitzgerald fue también escritora, una escritora flapper.

Hasta ahora toda la crítica daba por hecho que ella empezó a escribir tras su matrimonio, como una extensión de lo que hacía su marido (el hecho de que algunas de sus historias se publicasen con la firma de Francis Scott Fitzgerald tampoco ayudó), pero los descendientes de la única hija del matrimonio, Scottie, han descubierto una historia inédita de Zelda Fitzgerald que demuestra que ya escribía antes de casarse con el escritor.

En 1918, la entonces aún Zelda Sayre era una jovencita de Alabama que ganó un premio literario con un relato titulado The IcebergLa historia, que escribió a los 17 u 18 años, fue publicada en el Sidney Lanier High School Literary Journal y relata la decisión de Cornelia Holton, que tiene 30 años y aún no se ha casado (para desmayo de su familia, con una madre que había sido una de las belles sureñas y  con dos hermanas que ya se han casado a pesar de ser más jóvenes). Cornelia se da cuenta de que no tiene que casarse y que puede, por ejemplo, empezar una carrera.

La historia ha sido publicada en The New Yorker, donde podéis leerla entera, aunque para que os hagáis una idea os traducimos parte del comienzo.

Cornelia miró por la ventana y suspiró, no porque estuviese especialmente triste, sino porque había mortificado a sus padres y decepcionado a sus amigos. Sus dos hermanas, más jóvenes que ella, se habían casado y se habían establecido tiempo atrás, sin embargo aquí estaba ella a los treinta años de edad, como una  manzana tardía o el caído botón de un soltero, bien olvidada o bien no considerada digna de recogida. Su padre no la regañaba. Amablemente sugirió que quizás Neilie podría hacer algo por su misma si su familia la dejaba tranquila. Su hermano dijo: «Cornie es una buena chica y lo suficientemente guapa, pero no tiene magnetismo. Un tío podría igualmente hacer frente a un icerberg».