señor darcy

La fortuna es algo muy importante en las novelas de Jane Austen porque el tener – o no tener – una posición acomodada es lo que marca la posición en la sociedad que reflejan sus novelas. No era una obsesión de la escritora, sino más bien una cuestión tomada de la propia realidad del momento (y como bien sabía por experiencia propia la autora: su familia no era de las que tuviesen una gran fortuna y su gran golpe de suerte fue, en realidad, que uno de sus parientes acomodados escogiese a uno de los hermanos de la escritora y lo convirtiese en su heredero). En la época, el tener o no tener dinero podía significar muchas cosas.

Y en esa relación social, que tan bien explotaba Austen, una de las mejores cosas que se podían hacer era la de hacer un buen matrimonio, como bien saben las protagonistas de sus novelas. Casarse con un hombre con una posición acomodada salvaba de muchos problemas en el futuro. Y las posiciones desahogadas por excelencia de sus novelas son las del señor Darcy, el protagonista de Orgullo y Prejuicio, y la de su amigo, el señor Bingley. A este último se debe, por cierto, el comienzo de Orgullo y Prejuicio: «Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa».

Pero aunque Austen nos deja muy claro que tener dinero era muy importante en el momento (la señora Bennet se extasia con la perspectiva primero de que su hija se case con el acomodado Bingley y después con que su hija segunda, Elizabeth, haga lo propio con el aún más acomodado Darcy, con sus 10.000 libras de renta anuales), no nos llega a explicar cómo realmente consiguieron sus protagonistas esa fortuna. Fitzwilliam Darcy, al fin y al cabo, no es un miembro de la nobleza, por mucho que posea una fabulosa casa, Pemberley, y por mucho que su madre fuese la hija de un conde.

¿Cómo se hizo rico el señor Darcy entonces? La fortuna familiar de los Darcy vendría del comercio y no de uno muy bien visto (ni a ojos actuales ni realmente a ojos de la época). La escritora Joanna Trollope acaba de azuzar el debate sobre cómo se hizo rico el señor Darcy y deja claro que su dinero tenía que venir del azúcar, que era la principal fuente de fortuna del siglo XVIII y principios del XIX y que «no estaba muy lejos de la esclavitud», como recoge la prensa británica. El azúcar, que cultivaban en las islas del Caribe en grandes plantaciones propiedad de los ricos británicos, era cultivado por mano de obra esclava.

«Era un joven hombre con posibles gracias al mercado de esclavos», señala Trollope. «El mercado de esclavos se toca de forma ligera en muchas de las novelas pero no en profundidad», añade.

Y, además, recuerda que la propia Pemberley estaba en Derbyshire y que para construirla posiblemente se habría echado mano de las riquezas conseguidas con las minas de carbón de la zona. «¿Cómo era la vida de un minero en el XVIII? No muy divertida», recuerda.

Y si os preguntáis por qué Joanna Trollope ha decidido abrir el debate sobre estas cuestiones la misma escritora ha dado la respuesta: recuerda que las novelas de Austen son mucho más que «muselina» e historias amorosas y que tienen muchas lecturas mucho más complejas.