Elena Fortún fue muchas cosas. Intentó ser vendedora de aspiradoras y sus amigas del Lyceum Club le quitaron la idea (afortunadamente: nos la salvaron para la literatura), pero sí fue escritora de literatura infantil con una influencia muy poderosa (de esas que deberían tener calles, miniseries de televisión y una colección de biografías), escritora de literatura para adultos revolucionaria (aunque hayamos tenido que esperar décadas para saberlo), cronista en los medios o divulgadora de cuestiones variopintas. Fortún también fue una mujer de su complicado tiempo.

Era quizás demasiado mayor para ser una de esas modernas SinSombrero, pero fue contemporánea a ellas y vivió de una forma moderna y acorde al momento en el que estaba (aunque eso no quita que esa manera moderna de vivir también se enfrentara al peso de su educación y de las expectativas sociales que habían imperado hasta ese momento). Fortún es por tanto una figura compleja, variada y fascinante, que ahora estamos redescubriendo gracias a la publicación de sus obras completas. Renacimiento lanzó hace unos años su Biblioteca Elena Fortún, en la que se están publicando sus obras más conocidas y desconocidas, acompañadas por prólogos de expertas que contextualizan la obra, su contenido y su publicación.

El último tomo que se ha incorporado a esta biblioteca no solo permite descubrir una nueva faceta de Fortún sino también a otra de las muchas mujeres fascinantes de comienzos de siglo, otro nombre más de esos que se han quedado borrados para el público generalista y que también tiene una biografía fascinante, María Rodrigo.

Rodrigo y Fortún firman a dos manos Canciones infantiles, una recopilación de canciones populares que las niñas y niños de los años 30 cantaban (la obra fue publicada en 1934) y que forman en muchos casos todavía parte de la cultura popular. “Es fácil imaginar a Rodrigo y a Fortún en la Plaza de Santa Ana o en el Retiro, sentadas en un banco o deteniéndose en un paseo para escuchar los cantos de la chiquillería”, apuntan en la contraportada. Lo es. El libro incorpora la letra y las partituras de las canciones, acompañadas por las ilustraciones que Gori Muñoz creó para la edición original del libro.

Ana Vega Toscano, la responsable del prólogo, nos explica por teléfono que el libro era entonces, posiblemente, “para los niños a través de los adultos”. Al fin y al cabo, como ocurre con muchas de las obras de literatura infantil de Fortún, el libro es uno de esos que pueden leer dos públicos tan diferentes y sacar todavía mucho de ello. Vega Toscano recuerda que no se sabe cómo hicieron la recopilación (este no es un libro ‘académico’ de recopilación de canciones, así que sus autoras no tenían que explicar su método) aunque tanto Rodrigo como Fortún “estaban inmersas en un mundo muy activo de la época” en lo que a vida cultural toca.

Además, los años 20 y 30 fueron años muy dinámicos en lo que a publicación de literatura infantil toca. Sobre cancionero infantil, por ejemplo, Vega Toscano explica que “apareció en las mismas fechas otro libro de canciones infantil”. “Era una época dorada para la publicación de literatura infantil”, nos recuerda la prologuista.

María Rodrigo, profesional de la música

María Rodrigo no era una escritora de literatura infantil como Fortún sino una profesional de la industria de la música. “¿No sabías que había mujeres en el conservatorio?”, pregunta al otro lado del teléfono Ana Vega Toscano, cuando le muestro mi sorpresa ante la impresionante trayectoria de Rodrigo.

Rodrigo fue pianista, compositora y directora de orquesta. Hay una fotografía de 1907 que la muestra dirigiendo la orquesta del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. En primer plano de la imagen aparece, por cierto, otra mujer, violín en mano. Como explica Vega Toscano, por culpa de la Guerra Civil, “partió al exilio y no volvió”. En el camino al exilio, Rodrigo perdió sus archivos personales, lo que hizo que se perdieran las copias de sus obras y que hoy quede muy poco rastro de lo que produjo. Quizás lo perdió durante el viaje. “No se sabe muy bien”, apunta la experta.

Aun así, se sabe que estrenó una ópera (que fue recuperada hace unos años por la Orquesta del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid) y que era, como Fortún, una mujer muy conectada con lo que estaba ocurriendo en la España cultural de principios del siglo XX. “Estaba mucho en el mundo de las vanguardias”, apunta Vega Toscano.

María Rodrigo había nacido en 1888 y tuvo una completa formación musical (su hermana también tuvo una trayectoria muy interesante: Mercedes Rodrigo fue la primera mujer en España en licenciarse en psicología). Su padre era profesor de música, pero su formación fue mucho más allá del hogar.  Hablaba muchos idiomas, estudió con Richard Strauss y en las primeras décadas del siglo XX estudió en Alemania. Como nos explica la prologuista, Rodrigo tenía una formación profesional y académica. Era una profesional de la música por completo. De hecho, es considerada la primera mujer en estrenar una ópera en España.