¿Cómo funcionaba la casa de una pareja de escritores? Si la rutina de trabajo de los escritores famosos suele fascinarnos, la de aquellos que además compartían su vida con otro escritor famoso suele despertar aún más interés. ¿Qué condiciones imperan en una casa en la que se producen tantas obras maestras de la historia de la literatura? Sobre todo porque en las casas de escritores famosos el trabajo de la esposa solía quedar un tanto oscurecido, ya que lo habitual era considerar que él era el escritor y ella era la aficionada.
De hecho, cuando los dos funcionaban en un sistema más o menos de igualdad, la idea era vista con sorpresa por sus conocidos. Eso fue lo que ocurrió en el hogar de Mary Wollstonecraft y William Godwin. Ella era una escritora famosa y muy popular y él un influyente filósofo y escritor cuando empezaron a vivir juntos. Los dos tenían una carrera y los dos estuvieron de acuerdo en que ambos tenían que tener su espacio de trabajo y respeto por el mismo.
Como nos cuenta en Romantic Outlaws Charlotte Gordon, Godwin alquiló unas habitaciones cerca de casa a las que se iba a trabajar de forma completamente rutinaria. Todas las mañanas trabajaba a escribir. Mary Wollstonecraft era más de trabajar cuando estaba inspirada y no de forma rutinaria con horarios. Ella se quedaba en casa y trabajaba allí, aunque lo cierto es que la situación no era tan fácil como la que podía tener Godwin. Ella era interrumpida por el ama de llaves, las criadas, los vendedores y su hija, Fanny, que tenía unos tres años y se había acostumbrado a entrar y salir del despacho de su madre. Wollstonecraft se quejaba de que la situación no era la mejor para trabajar, pero como nos cuenta Gordon posiblemente Godwin no comprendió realmente su situación hasta que ella murió y él empezó a trabajar en casa y ver cómo eran realmente allí las mañanas.
La hija que tuvieron en común, Mary, también formó parte de una pareja muy literaria, aunque ella y Percy Shelley funcionaban de una manera un tanto contrapuesta a la de sus padres. Su rutina de trabajo estaba marcada por el trabajo pasional de Shelley (él escribía cuando tenía una idea) y la idea de que seguir una costumbre de trabajo era lo mejor de Mary. Mary Shelley creía como su padre en las rutinas y como nos explica Gordon seguía una rutina muy similar a la de su padre en su día a día de trabajo. Mary apostaba por trabajar por la mañana, comer y pasear por la tarde. Esa era la rutina de trabajo que seguía en 1814, cuando Shelley, ella y Claire (su hermanastra) volvieron a Londres tras su fuga al continente. Además de seguir esa rutina de trabajo, Mary estudiaba, que era su refugio cuando le pasaban cosas malas. En esa época estaba estudiando griego como un antídoto a la pena que le causaba que su padre no le dirigiese la palabra (tras huir con Shelley, entonces un hombre casado, a la Europa continental, Godwin decidió romper relaciones con su hija).
Mientras Mary seguía un horario, Shelley hacía todo lo contrario. El poeta entraba y salía de la casa buscando la inspiración y se entregaba, por tanto, a un comportamiento más bien errático. Habitualmente, Shelley no daba importancia a la comida y solo comía cuando tenía hambre. De hecho, como apunta Gordon, Shelley prefería dedicar el tiempo a leer en lugar de comer. Sin embargo, vivir con Mary le sirvió para dar cierta estructura a su día. Mary hacía que la cocinera tuviese preparadas las comidas vegetarianas que Shelley tomaba. El escritor tampoco tomaba azúcar, porque entonces el azúcar provenía de plantaciones que eran trabajadas por esclavos y, quienes luchaban contra la esclavitud, no tomaban azúcar a modo de militancia.
Sus rutinas acabaron confluyendo. Por las mañanas Mary trabajaba en su estudio y Shelley se dedicaba a su sistema de trabajo (salir y entrar con un cuaderno o un libro de lectura). Juntos comían luego y después salían a pasear por el entorno del lugar en el que vivían, explorando jardines, ruinas y castillos. Si hacía bueno se llevaban además sus libros y leían en el parque. Ambos se entregaban además a debates y conversaciones sobre poesía, filosofía o arte, que después acabarían teniendo un impacto en sus respectivas obras.