Stefan Zweig es uno de los autores más importantes de la Europa de Entreguerras. Era uno de los más populares y más leídos y sus obras fueron traducidas, consumidas y comentadas en su momento. En los años 30, el ascenso de los nazis le obligó a huir de su país natal. El escritor era judío y sus obras estaban además en la lista negra de los nazis. Primero vivió en Reino Unido, aunque acabó en Brasil. En la localidad de Petrópolis, vivió unos meses con su esposa, Lotte Altman, aunque el curso de la II Guerra Mundial y la situación en la que se encontraba (exiliado, perseguido, temiendo que Alemania ganase la guerra) le empujó al suicidio. Zweig pusó fin a su existencia pero la influencia de su obra – afortunadamente – no se apagó con él.
En España, Acantilado ha ido recuperando sus obras, tanto sus ensayos como sus títulos de ficción (y de La impaciencia del corazón ya os hablamos), y el escritor es uno de esos valores seguros de lectura. Pero Zweig podría ponerse de moda gracias al cine. El director Wes Anderson aprovecha cada entrevista de promoción de The Grand Budapest Hotel para dejar claro lo mucho que debe al escritor austríaco.
En una de las últimas, con el diario británico Telegraph, el director se ha explayado – y mucho – sobre las huellas que Stefan Zweig ha dejado en esta película. Wes Anderson descubrió al escritor hace unos años (y justo con La impaciencia del corazón ) y empezó a leer más obras del autor y a adentrarse en su biografía. En The Grand Hotel Budapest, explica, hay un personaje que es directamente una versión ficcionalizada de Stefan Zweig (el personaje que interpreta Jude Law), otro que es un autor y hasta el protagonista M. Gustave (el jefe del hotel que es Ralph Fiennes) debe algo al autor. Su impronta y la de sus obras se pueden seguir, apunta, en muchas otras cosas.
«Muchas de sus obras están escritas desde el punto de vista de alguien que es inocente y que se adentra en terrenos mucho más oscuros, y lo que siempre sentí sobre el propio Zweig es que era una persona más bien reservada que exploraba cosas en sus obras que no eran realmente sus experiencias. De hecho, la verdad semeja ser contrariamente la opuesta», explica el director. En la rueda de prensa de presentación de la película había dicho, entre risas, que la película era «más o menos plagio» de la obra del escritor.
¿Boom en EEUU?
La película ayudará posiblemente a que se hable más de Stefan Zweig y a que, seguramente, su obra se recupere en Estados Unidos. Aunque en Europa Zweig es popular (y al fin y al cabo una piedra angular de la literatura europea del siglo XX), en EEUU es muy poco conocido. Las películas de Wes Anderson, aunque no son blockbusters, sí tienen una amplia influencia cultural, especialmente en algunos públicos, y es más que probable que hagan lo mismo con el escritor. Como apuntan en Flavorwire, The Grand Hotel Budapest hará que los estadonidenses redescubran a Stefan Zweig.