¿Eres de los que piensa que John Steinbeck es un escritor sobrevalorado? ¡Entonces te encantará lo que estás a punto de leer: que ganó el Nobel simplemente por descarte, y es que no había ni en el seno de la academia sueca, ni entre los críticos, ninguna unanimidad sobre el buen hacer del escritor.
Los papeles de la Academia Sueca no se hacen públicos hasta 50 años después, y es que las decisiones sobre los premios Nobel son casi secreto de estado. Sin embargo, cuando se acaba el secreto, se descubren muchas cosas interesantes sobre los teje-manejes (dignos de Eurovisión) de los académicos.
El año que Steinbeck ganó había cinco autores en la selección final: él mismo, americano, la danesa Karen Blixen, el francés Jean Anouilh y los británicos Lawrence Durrell y Robert Graves.
Durrell fue el primero en ser eliminado de la competición: había mucha polémica sobre su obra. De hecho, ya el año anterior había sido descartado a insistencia de uno de los miembros del comité que insistía en que tenía «una preocupación monomaniaca por lo erótico» y un buen gusto «más que dudoso».
Blixant murió poco antes de la votación final, así que ya no podía ser la ganadora. Robert Graves fue penalizado por su posicionamiento político. En cuanto a Anouilh, se consideró que habiendo ganado dos años antes otro francés (y previendo que a Sartre le tocaría pronto) era mejor variar de nacionalidad.
¿Queda alguien? Pues sí, Steinbeck.
Eso sí, nosotras rompemos una lanza a su favor. Steinbeck merece su Nobel más que cualquiera de los otros cuatro.