escritoras olvidadas

Una de las cosas que se podrían decir que destacan en Santiago de Compostela es que ciertos sectores tienen una prevalencia específica sobre el resto de tiendas. Es algo que los nativos no nos damos cuenta hasta que cambiamos de ciudad o nos mudamos a otro lugar. Es posible que Santiago de Compostela sea una de las ciudades con más tiendas de chucherías por habitante (no, nadie ha hecho un estudio científico sobre el tema, pero estoy convencida de que los cálculos no harían más que reafirmar mis suposiciones). Y es posible también que sea una de las ciudades de España con mayor densidad de librerías. No he encontrado estadísticas específicas, aunque sí algunos datos genéricos en el Mapa de Librerías de España 2014 elaborado por CEGAL. La media de España es de 7,8 librerías por cada 100.000 habitantes. Frente a esta media, Galicia tiene 14,4 librerías por cada 100.000 habitantes, la mayor densidad de España. Y pensando en todas las librerías que hay en Santiago (a pesar de un año catastrófico en el que cerraron unas cuantas) es posible que esté en esa cifra y hasta que la supere.

El que haya tantas librerías tiene muchas ventajas y una de ellas es que hay unas cuantas muy especializadas. Una de ellas está especializada en la literatura de mujeres o los libros sobre/de/acerca de mujeres de forma mucho más amplia. De hecho, casi mejor dejar con como la propia librería se presenta, ‘librería de mujeres’, para tener más claro qué es. Lila de Lilith está en la zona histórica de Santiago, en una de esas calles con encanto que aún no están tomadas por las tiendas de souvenirs. Y Lila de Lilith fue, además, una de las paradas tempranas a la hora de emprender el peregrinaje para comprender cómo se están recuperando a las mujeres como autoras y la historia de las mujeres.

Las librerías especializadas son una de las herramientas que a lo largo de la historia reciente han ayudado a recuperar la historia de las mujeres y especialmente a las autoras. La historia de las librerías de mujeres en España está muy ligada a la difusión del feminismo y sus textos a lo largo de las últimas décadas. Pero lo cierto es que las librerías son también un altavoz muy poderoso para dar a conocer a las escritoras y para ayudar a hacer visibles a todas esas autoras olvidadas que han quedado eclipsadas a lo largo de la historia. Persephone Books, la librería londinense que es también editorial especializada en autoras del siglo XX que han quedado olvidadas, es un claro ejemplo de lo que se puede lograr desde una pequeña librería.

Persephone Books nació, como cuentan en su web, en una habitación sobre un pub a finales de los años 90, cuando su fundadora, Nicola Beauman, quería publicar unos cuantos libros escritos por mujeres y que estaba agotados en librerías. Empezaron a publicar, tuvieron un súper éxito editorial (su edición de Miss Pettigrew Lives for a Day de Winifred Watson, que fue llevada al cine) y gracias a ello se mudaron y abrieron una librería. Y ahora mismo solo hay que echar un vistazo a su catálogo para encontrarse con todas esas escritoras británicas de principios del siglo XX que tanto merecen ser leídas.

Y es que haber hay muchas autoras y muchas esperando a ser descubiertas. Como apunta en la introducción a Las olvidadas, su libro sobre mujeres creadoras que han sido difuminadas de la historia, Ángeles Caso, “la presencia en el mundo de la creación no fue tan escasa como los libros de tantos historiadores, críticos y biógrafos nos han hecho tradicionalmente creer”. Es decir, han existido muchas mujeres que han sido creadoras, pero que la historia ha acabado borrando. Algunas porque sus obras acababan quedando difuminadas u ocultadas bajo el nombre de sus maridos, hermanos o padres, otras porque tiraban la toalla y dejaban de buscar visibilidad y otras porque, aunque en su momento tuvieron muchísimo éxito, sus logros acabaron limitados a los pies de página o a la desaparición por completo de los libros de historia literaria.

Esto no ocurrió solo con las mujeres escritoras. Ahí están los casos de la científica italiana del XVIII Laura Bassi (con la que yo solo tropecé gracias a una novela de romántica histórica…) o la pintora Judith Leyster, que fue reconocida en su época pero que tras su muerte en 1660 no solo fue olvidada, sino que sus obras serían atribuidas a un hombre hasta 1893. Un mini documental del museo Tate permite comprender en cinco minutos cómo funcionó el ‘eclipsamiento’ de las mujeres en la historia del arte.

«Es una forma más de discriminación y de violencia contra las mujeres y su cultura«, explica Nuria Capdevila-Argüelles, una de las responsables de la iniciativa Las Sinsombrero hablando a través de Facebook cuando le preguntaba por qué las escritoras suelen ser mucho más invisibles en la historia de la literatura que los hombres, incluso ahora, cuando somos las mujeres también quienes escribimos esa historia de la literatura. ¿Necesitamos iniciativas como librerías especializadas, colecciones de libros y bibliotecas? “Absolutamente. Y está pasando. Pero como decimos siempre, ¡seguimos!”, apunta Capdevila-Argüelles.

Publicar o republicar a las escritoras olvidadas

Aunque aún queda mucho trabajo por hacer y aunque aún queda mucho por publicar y por recuperar, sí es cierto que algunas editoriales muy concretas y algunas no tanto (algunos bombazos editoriales o algunos libros de editoriales independientes que se convierten en éxitos de ventas han ayudado a recuperar a escritoras que estaban completamente olvidadas y traspapeladas) están ayudando a poner sobre las mesas de novedades a escritoras que habían quedado por completo difuminadas.

No hay más que ver el éxito que han tenido algunos títulos de Alba, Libros del Asteroide o Impedimenta para comprender las razones por las que estamos leyendo más que nunca a escritoras de principios del siglo XX de las que no habíamos oído hablar hasta hace unos años. Otros títulos han dado visibilidad a autoras que no la tenían. Luisa Carnés, la escritora que fue una estrella mediática a finales de los años 20 pero que había sido completamente borrada de nuestras lecturas, acaba de ser puesta bajo el ojo del huracán lector gracias a una edición de Hoja de Lata de Tea Rooms. Hasta esta recuperación, y como explicaba Antonio Plaza, un experto que lleva décadas estudiando a la autora, solo había tres ejemplares del libro localizados en bibliotecas.

Las escritoras olvidadas y las editoriales que las están recuperando son como una especie de hilo que lleva a descubrir más y más y a conocer más y más libros. Como explicaba Patricia Porto, de Lila de Lilith, una tarde en la librería, en su caso la inclusión en el catálogo de la librería “no es muy sistemática”. “Es casi un trabajo del día a día en el que unas autoras llevan a otras”, apuntaba. Ese es también el método que seguimos muchas veces los lectores de escritoras olvidadas para conocerlas.

Cuando se le preguntaba por algunas editoriales que estuviesen recuperando a escritoras olvidadas o poco conocidas, Porto reflexionaba al lado de las estanterías, mostrando unos cuantos títulos. Horas y Horas, un clásico ligado a la Librería de Mujeres de Madrid, fue una de sus recomendaciones, ya que “recupera a mujeres y a mujeres de todo el mundo” y, poniendo unos cuantos ejemplos locales, indicaba algunos de los títulos publicados en gallego por Hugin e Munin o Irmás Cartoné, que están haciendo un trabajo de traducción muy interesante de muchas autoras del pasado no siempre muy populares que no habían sido publicadas antes en gallego.

Y sí, en inglés es mucho más fácil encontrar a autoras olvidadas siendo recuperadas por editoriales encantadoras con ediciones preciosas (aunque todos los ejemplos que se han señalado en los párrafos anteriores entran dentro de esta categoría también). Cuando se lo comentaba a Patricia Porto y lo comparaba con casa, la librera me recordaba “que no se lee tanto como en otros sistemas literarios” aunque también me explicaba que sí ve interés entre los lectores.


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Una de las editoriales que está publicando a muchas escritoras olvidadas es Cátedra, algo que de entrada no sorprende al lector. Cátedra es una de esas editoriales que una siempre asocia a los libros que leía en el Bachillerato y en la universidad como lecturas obligatorias y una que publica muchos clásicos y que tiene muchas joyas en sus colecciones de ensayo. En sus colecciones se pueden encontrar a unas cuantas autoras y no todas son esas ‘clásicas autoras-clásicas’ que todos meterían en la lista de escritoras del pasado que hay que leer. Cuando comento por mail a la editorial este dato un tanto sorprendente, explican que con el amplio fondo que tienen no es extraño encontrarse con sorpresas. “Hay figuras que destacan indudablemente por su mayor talento literario y están ampliamente reconocidas. Pero en unas colecciones de clásicos de tan larga trayectoria como las nuestras (casi ochocientos volúmenes en Letras Hispánicas y más de quinientos en Letras Universales), es probable que los lectores puedan todavía descubrir ‘nuevos talentos literarios’”, explica por mail Josune García, directora editorial de Ediciones Cátedra.

Cátedra no hace discriminación positiva, por así decirlo, a la hora de publicar clásicos. “En las colecciones de clásicos anotados damos la misma relevancia a los autores que a las autoras, no hay ningún trabajo especial de recuperación, simplemente procuramos ir dando visibilidad a aquellas voces femeninas que por distintas razones hayan podido tener menos atención por parte de la crítica”, apunta Josune García.

Pero este dato no debe llevarnos a olvidar otro, uno que hace que Cátedra sea una editorial muy interesante cuando se habla de recuperación de las escritoras olvidadas y de la historia de la mujer. A lo largo de los años han ido publicando títulos en colecciones que sirven mucho para ello. Feminismos es, por ejemplo, una colección especializada nacida en los 90 en la que se han publicado muchos títulos muy interesantes para recomponer esa historia olvidada de las mujeres.

Algunos de ellos tienen la tirada agotada y se cotizan a cantidades astronómicas en los mercados de libros de viejo. Galería de escritoras isabelinas, publicado en 2000, estaba hace unas semanas en los 389,04 euros en Amazon en segunda mano. “La reedición o reimpresión de una obra depende de su demanda”, comentaba Josune García cuando le preguntaba por qué no se reeditan estos títulos. “A lo largo de los más de veinte años de vida de la colección Feminismos, la mayoría de los títulos han mantenido vigente su interés. Hoy en día, los medios de producción permiten reimprimir una obra bajo demanda, así que quizá se puedan recuperar algunos de los títulos que hemos tenido que descatalogar y que después de unos años parecían haber perdido interés para los lectores a los que iban dirigidos”, añade.

Cómo internet está ayudando a recuperar a las autoras

¿Quién lee sobre las escritoras olvidadas y a quién le interesan estas autoras? Si nos fiamos de las estadísticas de tráfico de Librópatas, se podría decir que el interés por las escritoras de las que nadie habla es bastante mainstream. Cuando recuperamos a alguna escritora del pasado que ha quedado olvidada, el artículo suele despertar bastante interés. Josune García explica que, aunque ellos se dirigen a un mercado académico, dan la bienvenida a todos los lectores. “Cátedra es una editorial de perfil académico y en ese entorno se encuentra la mayoría de nuestros lectores. Pero nosotros editamos y publicamos para cualquier lector con espíritu crítico”, indica.

Y sí, en general se podría decir que los académicos y los expertos son, de entrada, los principales lectores de estas escritoras olvidadas. Iniciativas como la Chawton Library, la biblioteca que ocupa el palacete del hermano de Jane Austen y que está especializada en escritoras anteriores al XIX, o la base de datos Bieses están mucho más orientadas al público especialista que para el lector ‘civil’.

A pesar de que los expertos son una suerte de primera fuerza de asalto en lo que a las escritoras olvidadas y su recuperación toca, lo cierto es que las cosas son ahora un poco más fáciles que antes y es más sencillo saltarse las barreras de entrada y las limitaciones. ¿Quién o qué ha hecho esto posible? La clave está, como en muchas otras ocasiones, en internet. Iniciativas como el Internet Archive, Project Gutenberg o Google Books han volcado en la red miles, millones de libros que antes estaban simplemente cogiendo polvo en las bibliotecas y han hecho que todas esas obras escritas por mujeres que estaban en los rincones más olvidados de las mismas hayan logrado una nueva ventana al mundo.

Por poner un ejemplo, como explican en el Cambridge Companion to Women’s Writing in the Romantic Period, si los investigadores pueden tener ahora una visión mucho más amplia que nunca de lo que hacían las escritoras populares de Minerva Press es porque ahora tienen todos esos libros volcados directamente en la red. Están a un clic de distancia y están todos: esas escritoras han dejado de ser una rareza y se han convertido en material de investigación.

Hablando por teléfono con Luis Collado, responsable de Google Books en España, apuntaba que, aunque no puede dar datos concretos sobre autoras, sí puede asegurar que la herramienta está sirviendo para hacer visibles miles y miles de títulos. “Se puede hablar de miles de títulos que estaban olvidados”, explica, libros de los que solo había una copia y que ahora están “perdurables para todo el mundo”. Collado reconoce que son tantos los títulos que estaban olvidados que es “imposible simplificar” en uno o en varios. En Google Books hay 20 millones de títulos, de los que más o menos la mitad está en dominio público y por tanto abiertos al 100% a los lectores. Solo hay que buscarlos y echarles un vistazo. No tienen datos de lectura específicos o genéricos, pero Collado apunta que “sí, se están leyendo, se están ojeando, consultando y mirando”. Y, efectivamente, indica, Google Books se ha convertido en una manera de acceder a fuentes de consulta a las que muchas veces no se podía acceder.

mujer escribiendo una carta

Estas herramientas que han lanzado el conocimiento a la red (y como puntualizaba Collado digitalizar no es simplemente convertir en digital el contenido y ya, sino uno proceso más complejo que consiste en hacer que el contenido sea realmente accesible y usable) han hecho que cualquiera que tenga una conexión a la red pueda leer a quien quiera leer y que cualquiera pueda acceder a la bibliografía de una amplia parte de esas escritoras olvidadas de las que antes nadie sabía. Si han logrado entrar en los catálogos en su momento de esas bibliotecas que ya han sido convertidas en material digital estarán esperando a los lectores que quieran encontrarlas.

Deshacer el misterio de las mujeres perdidas

Y de ese modo no solo se está convirtiendo en visible lo invisible y no solo se están recuperando a autoras que en su momento tuvieron mucha fama y que luego fueron simplemente olvidadas y eclipsadas, sino que además en muchas ocasiones se invita a ‘repensar’ lo que sabemos de nuestra historia y meditar sobre algunas verdades que se daban por sentadas y que bien pueden ser puntualizadas.

Las mujeres llevan siglos escribiendo aunque, como lectores (y como bien apunta Ángeles Caso en Las olvidadas), se tenga la sensación de que solo aparecieron como autoras en el XX, con interesantes nombres como islas aisladas en los siglos anteriores. Al fin y al cabo, parecemos olvidar que la primera autora no fue solo la primera escritora sino la primera persona que dejó obra literaria. Enheduanna es la primera voz literaria de la historia y era una mujer. Tendemos a ver el pasado como un páramo sin voces o como un escenario de mujeres grises, aunque no lo es necesariamente.

Le preguntaba a Nuria Capdevila-Argüelles justo por este tema. A las mujeres de los años 20 en España, esas mismas que ahora están recuperando con Las Sinsombrero, nos las imaginamos grises y poco modernas, aunque solo hay que leer los medios de la época (otra de esas cosas que internet ha hecho muy fácil encontrar) para ver que eran todo lo contrario. “Hay varias razones”, explicaba la investigadora. “Me remito a tu pregunta. ‘Nos las imaginamos grises’. La pregunta es ¿qué ha hecho que heredemos una imagen oscura que es en realidad una no imagen de ellas? La dictadura las relegó a un olvido mucho más profundo que el que sufrieron los intelectuales varones”, indica, señalando una de las causas concretas por las que estas mujeres de forma específica fueron borradas de la historia. “La mujer moderna representaba una modernidad cosmopolita y antiespañola”, añade. “La mujer fue el principal recipiente de la modernidad y también, lógicamente, de todo lo antimoderno que trajo la dictadura”, apunta.

En el caso de las demás autoras se podrían señalar miles de razones específicas y unas cuantas genéricas. Al fin y al cabo, hasta hace nada la historia la escribían – y la contaban – los hombres y las mujeres eran solo un elemento accesorio. A medida que el mundo ha cambiado, también lo ha hecho el cómo se cuentan las cosas y ha empezado el momento de reivindicar a esas autoras que se quedado medio borradas en la memoria.

Imágenes: Lectora de Harold Knight (detalle) & Marguerite Pearson, Mujer escribiendo una carta