Cada vez que una película basada en uno de nuestros libros favoritos llega a los cines luchan dentro de nosotros dos emociones contrapuestas: las ganas de verla, y el miedo a que el resultado sea un desastre (o al menos, no esté a la altura de las expectativas, como a menudo sucede). Porque sí, todos podemos mencionar cinco o seis películas que mejoraron la obra que las precedía, pero lo habitual es que simplifiquen la trama, alteren el carácter de los personajes o -sacrilegio- cambien el final.

Y si los simple lectores nos enfrentamos a las adaptaciones cinematográficas con cierta ansiedad, es fácil hacerse a la idea de que para los autores puede llegar a ser una auténtica pesadilla. Sí, seguro que la película les aporta dinero a raudales y hasta hace aumentar las ventas del libro, pero su creación deja de estar bajo su control. Y el resultado, no siempre es como esperaban.

Eso fue lo que les ocurrió a estos 5 escritores:

Stephen King con El resplandor

El Resplandor

La película El resplandor es sin duda un clásico del cine de terror, pero eso no quiere decir que Stephen King estuviera conforme con la visión que Stanley Kubrick hizo de su obra. Más bien todo lo contrario, ya que en repetidas ocasiones mostró su rechazo hacia el film, al que consideraba demasiado frío y plano. En sus propias palabras: «Mi guión para El resplandor sirvió de base para una miniserie televisiva más tarde, pero dudo que Kubrick lo leyera antes de hacer su película. Él sabía lo que quería hacer con la historia, y contrató a la escritora Diane Johnson para escribir un borrador del guión centrado en lo que él quería enfatizar. Después lo rehizo él mismo. Me resultó muy decepcionante.»

En concreto: «me pareció que la actuación de Shelley Duvall como Wendy era un insulto a las mujeres. Básicamente era una máquina de chillar. No había ningún  interés en su implicación en la dinámica familiar. Y Kubrick no parecía tener ninguna idea de que Jack Nicholson estaba interpretando al mismo psicópata motero de sus otras películas de motos – Hells angels on wheels, The wild ride, The rebel rouser, Easy Rider-. Ese muchacho está loco, ¿así que cuál es la tragedia si aparece para una entrevista de trabajo y se pone a dar golpes? No, odio lo que Kubrick hizo con eso».

Anthony Burgess con La naranja mecánica

La Naranja Mecánica

Se ve que Kubrick estaba más interesado -lógicamente- en hacer la película que tenía en mente que en complacer escritores, porque tampoco Anthony Burgess tiene buenas palabras para su La naranja mecanica. Aunque la situación fue muy diferente, porque en un primer momento sí le dijo a Kubrick que le había gustado, cuando le hizo un pase privado del film, e incluso aseguró a la prensa: «Este es uno de esos grandes libros que se convierten en grandes películas». Sin embargo, en pocas semanas cambiaría radicalmente de opinión, como cuentan en The Wrap, básicamente tras el aluvión de críticas del público. Decidió entonces que la película glorificaba unos actos deleznables que él había escrito como crítica social, y posteriormente incluso afirmó que «este malentendido me perseguirá de por vida. No debí haber escrito ese libro».

Roald Dahl con Charlie y la fábrica de chocolate

Charlie y la fábrica de chocolate

Aunque fue el propio Dahl quien escribió el guión de la película, nunca le acabó de convencer el resultado, como se cuenta en la biografía escrita por Donald Sturrock . Consideraba que el film tenía muchos aspectos positivos, pero la veía cutre. No le gustaba ni la música, ni el director (del que dijo que no tenía talento ninguno), ni los pequeños cambios posteriores que había hecho un guionista para «diluir» la acidez de la obra original, ni la interpretación de Gene Wilder como Wonka, demasiado pretenciosa para su gusto (le hubiera gustado que el personaje fuera interpretado por Peter Sellers o Spike Milligan).

Truman Capote con Desayuno con diamantes

Desayuno con diamantes

Así como le encantó la adaptación de A sangre fría, le pareció que Desayuno con diamantes fue un despropósito, principalmente porque él quería que la actriz principal fuera Marilyn Monroe, y no Audrey Hepburn, algo que consideró una traición de la Paramont. Pero eso no es todo, como él mismo explicó en una entrevista: «El libro era más bien amargo y Holly Golightly era real, un carácter duro, en nada parecido al tipo Audrey Hepburn. La película se convirtió en una postalita de amor a Nueva York y a Holly, y por lo tanto, fue bonita y delgada, cuando tenía que haber sido rica y fea. Se parece tanto a mi trabajo como la compañía de baile Las Rockettes a Ulanova».

P.L.Travers con Mary Poppins

Mary Poppins

Por mucho que la película con Julie Andrews haya deleitado a generaciones y generaciones de niños, no lo consiguió con la autora de la obra original, quien lloró al verla por primera vez. Y eso a pesar de que Julie Andrews era una buena amiga -y para Travers tenía todo lo necesario para hacer ese papel, simplemente la dirigieron mal- y de que la película la hizo muy muy rica. Según su biógrafa Valerie Lawson, la autora pensaba que la película iba en contra de la esencia de los libros, y que era una simple extravagancia, muy alejada de la verdadera magia. También dijo que el carácter de Bert arruinaba por completo la película.