Los grandes escritores escribían en elegantes máquinas de escribir. Eso es algo que hemos aprendido todos viendo muchas fotos, leyendo muchas novelas de escritores que peleaban con máquinas de escribir a las que no conseguían arrancarles las palabras (ya sabéis, tremendo drama) y viendo muchas películas en las que los protagonistas tecleaban de forma frenética. Pero el ordenador mató a la máquina de escribir, como el vídeo a la estrella de la radio, y su existencia pasó a mejor vida. Todos lloramos (metafóricamente) por un tiempo perdido cuando llegaron las noticias del cierre de las últimas fábricas de máquinas de escribir.
Pero… atención… algo está pasando que está empujando a su recuperación. Si estáis atentos podréis ver varias pruebas de que la máquina de escribir vuelve. Queridos plumillas, ya no podréis decir que no habéis escrito la gran novela americana (o la que sea) porque el ordenador no inspira grandes cosas a nadie. La máquina de escribir está (casi) de vuelta.
– Lo retro está de moda. Es general y no tiene que ver solo con la literatura. Todo lo vintage es tendencia. Hay muchas explicaciones para el fenómeno: que si la recesión nos hace buscar tiempos mejores, que si la época nos lleva a añorar la seguridad de lo conocido (e idealizado), que si las series han creado mercado, etc.
Sea como sea, lo vintage se lleva. Compramos vestidos de nuestras abuelas (o como los de nuestras abuelas), saltamos de alegría porque Ikea recupera sus muebles clásicos (aunque teniendo en cuenta que Ikea llegó a España en 1978 a Canarias y en los 90 a la Península, es un poco una nostalgia de pega) o recuperamos aquella vajilla de la abuela que ella misma había guardado en el fondo de un armario porque estaba pasadísima de moda.
Y si lo vintage vuelve, ¿qué más retro que la máquina de escribir?
– La app de la temporada es una máquina de escribir. Solo ha llegado a iTunes así que solo la pueden usar quienes tienen un iPad, pero la app para tablet que simula una máquina de escribir, Titled Hanx Writer, ha sido el boom de las últimas semanas. Detrás tiene a Tom Hanks (sí, el actor de Hollywood), que cuenta la historia de cómo compró una máquina de escribir en los años 70 para explicar por qué se ha metido en el mundo de las apps.
– A los periodistas de The Times les ponen máquinas de escribir como banda sonora. Se supone que los hará más eficientes y que les ayudará a no olvidarse de los plazos de entrega, pero por el momento todo lo que tenemos seguro es que convertirá a la redacción del periódico en un espacio de atmósfera mega retro.
– Los espías usan máquinas de escribir. El caso Snowden destapó el espionaje de la NSA e hizo ver que internet no es tan seguro como lo pintan. Vaya, que nada electrónico es tan seguro como todas aquellas cosas que se usaban en el (nostálgico) mundo analógico, porque siempre dejan un rastro. Así que ¿qué hacer para que no sepan nuestros secretos?, se preguntaron los espías del mundo y sobre todos sus jefes en los gobiernos. La respuesta es volverse analógico.
Alemania ha visto como unos cuantos políticos mostraban su interés en recuperar las viejas máquinas de escribir y en Rusia ya llevan un tiempo usándolas otra vez.
– Algunos escritores no las han dejado del todo. Y otros las están recuperando. Los escritores modernos de Estados Unidos (sí, esos hípsters que antes eran blogueros como modo de vida) se están comprando máquinas de escribir para lanzarse a crear sus obras porque aprecian que sean algo instantáneo, sin correcciones y sin distracciones. Procrastinar es más difícil cuando internet no te está esperando tan feliz en el escritorio de tu ordenador.
En Estados Unidos ya han sido un regalo de Navidad y no es difícil encontrar artículos en los que hablan con especialistas y vendedores diciendo que cada vez las venden (o mejor dicho las reparan y las ponen a punto) más.
– Y lo mejor: en Estados Unidos ya hay bares y cafés temáticos. Está el LFK en Portland, diseñado para parecer una máquina de escribir y con máquinas de escribir para que los clientes puedan probarlas (e incentivan que se haga), como un cibercafé de los viejos tiempos. Y las type-ins, fiestas en las que escribir a máquina, están empezando a ser cada vez más habituales. Las hacen por supuesto en cafés y… ¡en librerías!
Creo que voy a ir sacando mi Olivetti de su escondite (sí, a mí aún me regalaron una máquina de escribir, aunque ya estaban empezando a pasarse de moda entonces) y a pensar en la gran novela que escribiré en ella.
Foto Biblioteca del Congreso
Un gran artículo, Raquel. Curiosamente, hace unos días, durante una visita que hice a mi madre, descubrí, en un rincón de aquel cuarto donde mi hermano y yo compartimos tantos juegos y confidencias (aún hoy seguimos compartiendo cosas similares, aunque en otros entornos), mi vieja máquina de escribir. Tenía 14 años cuando mi madre me la regaló. Hoy tengo 50, y casi toda mi obra poética de los últimos 20 años se ha escrito en el ordenador. Al verla, cubierta de polvo y de recuerdos, me dije: «¿por qué no darle una nueva oportunidad?»; y aunque aún tengo que discutir con mi mujer los términos de ese rescate (no es muy amiga de los trastos viejos y ya sabes cómo son las casas de hoy), sé que voy a poner todos los medios para sacar a mi antigua herramienta de su ostracismo y darle la posibilidad de insuflarme toda su pujanza literaria. Gracias por este artículo.
Gran artículo, Raquel. Esperamos nos autorices publicarlo en Escrituras Mecánicas. (Y paséate un poco por el sitio). Gracias.