¿Está todo inventado en la novela romántica? ¿Son las historias siempre las mismas (vale, reconocemos que cuando se escribe de género no se puede innovar mucho en la trama: si es misterio, tiene que haber un, claramente, misterioso asesinato y si es romántica una historia de amor) y los escenarios siempre iguales? ¿Tienes que ser un lord inglés si quieres ser el protagonista de una novela romántica histórica? Descubrir que hay novela romántica histórica ambientada en el Siglo de Oro nos llamó poderosamente la atención y decidimos hablar con su autora, Nuria Llop, y leer las dos novelas en cuestión, La joya de mi deseo y La diosa de mi tormento
, editadas por Libros de Seda. Y, por supuesto, le preguntamos a Llop por estas cuestiones.
– Cuando se ven las novedades que lanzan las editoriales en novela romántica (incluso en España), lo que se suele ver de forma mayoritaria son duques y condes ingleses. ¿Por qué decidiste romper con lo que parece la tendencia en el género y lanzarte a ambientar tu trilogía en España y con personajes españoles?
– Por dos razones: una, porque, como lectora habitual de romántica histórica empecé a saturarme de las historias de amor de la aristocracia inglesa victoriana o de Regencia y de los highlanders. Echaba de menos algo diferente y me costaba mucho encontrarlo. La otra razón es que, cuando llevaba dos novelas escritas (de subgénero contemporáneo y ambientadas en EEUU) y no conseguía editorial que las quisiera publicar, consulté con una persona del mundillo. Me dijo que, si no hacía algo diferente a lo que había ya en el mercado, ninguna editorial me publicaría porque no iban a arriesgarse con una novel cuando ya tenían ventas aseguradas con las renombradas autoras anglosajonas. Aunque también me dijo que me armara de paciencia, porque no sería fácil. Pero me dio la clave: algo diferente. Si lo que yo buscaba como lectora podía coincidir con lo que alguna editorial se arriesgaría a publicar, tenía que buscar esa diferencia. Así que me replanteé mi proyecto literario y, como había muy poca romántica ambientada en España, esa fue mi primera decisión: personajes españoles, ciudades españolas.
– ¿Por qué el Siglo de Oro?
– Eso tengo que agradecérselo al autor José de la Rosa, que fue mi profesor de taller de escritura durante un año. Uno de los ejercicios del taller era inventar argumentos para varios subgéneros de romántica. El que propuse para contemporánea tenía un actor como protagonista y él me comentó que sería más interesante si lo ambientaba en una época histórica significativa para el teatro. Enseguida pensé en las comedias de Lope de Vega, que siempre me han encantado, así que comencé a documentarme sobre la época y me fascinó todo el material que encontraba. ¡Daba para cientos de historias de amor! Ese argumento es el que desarrollé en Una farsa imprudente. Además, me di cuenta de que era una época muy poco tratada en la literatura en general (salvo Pérez-Reverte y algún autor más) y pensé que era una lástima no valorar lo bueno que tenemos en nuestro país, así que no lo dudé.
– Las dos historias no solo llaman la atención por la época que tratan sino también por lo que los protagonistas son. Los personajes de las dos novelas son también bastante sorprendentes en sus profesiones. No estamos frente a nobles o aventureros (tipo piratas y similares) sino más bien ante artesanos y trabajadores. Salvo Catalina, que es – a su pesar – de una familia acomodada, los demás personajes tienen que trabajar y sus problemas están derivados de hecho de su profesión, como le ocurre a Luisa o a Álvaro. ¿Por qué decidiste optar por este tipo de personajes? ¿Por qué no duques y nobles entregados a la vida de la corte?
Por la misma razón que te comentaba antes. Duques, condes, institutrices, jóvenes casaderas… Todos estos personajes se repetían una y otra vez y llegaron a saturarme. Quería leer historias más cercanas a mí (y que no fueran contemporáneas) y me preguntaba si otras lectoras de romántica histórica estarían deseando, como yo, encontrar personajes diferentes en las novelas. Elegí personalidades artísticas porque me fascinan y son, quizá, las que más conozco. Si introduje a una dama como Catalina fue para no romper con todo a la vez. Hay que tener en cuenta que la primera histórica que escribí fue Una farsa imprudente (aunque se haya publicado la última) y ya me arriesgaba mucho con la apuesta del actor sin título nobiliario y la costurera en el Siglo de Oro. Que Catalina acabara protagonizando una historia no estaba planeado desde el principio, sino desde que empecé a escribir La joya de mi deseo y vi que podría ser una «heroína» muy interesante.
Documentación para una novela histórica
– ¿Cuánto tiempo de documentación hay detrás de las novelas? ¿A quiénes o a qué recurres para hacer que las historias respeten los elementos históricos (la vida en el Siglo de Oro, al fin y al cabo, no tiene nada que ver con la vida hoy en día)?
Mucho tiempo. En realidad, nunca termina. El previo pueden ser unos tres meses. Aunque tenga ya la documentación básica general, cada novela necesita una específica según la trama, el oficio de los personajes y el lugar concreto en que se ambiente. Luego, mientras voy escribiendo, siempre surgen detalles que soy incapaz de pasar por alto y puedo dedicar un día entero buscando, por ejemplo, qué flores podrían regalarse en un mes de febrero del siglo XVII, cuando no había invernaderos ni floristerías donde comprarlas. Posiblemente la mayoría de lectoras no detectarían pequeños errores de este tipo si solo ocupan una línea de texto, pero yo no estaría satisfecha. Y mi fuente principal de documentación es Internet. Para la información general me hice con varios libros de historiadores y para el resto, busco en webs, blogs, artículos de revistas, bibliotecas digitales, tesis… Leo, comparo, selecciono y me quedo con lo que me parece más fiable o con lo que encuentro más coincidencias. La información de esta época es bastante confusa en algunos temas. También utilizo los textos teatrales de la época porque creo que son los que dan más información de la vida cotidiana, que es lo más difícil de encontrar en Internet.
– A la novela romántica histórica se la acusa en ocasiones de no ser muy respetuosa con el contexto histórico, ¿crees que esto es una generalización que no conoce realmente bien lo que se está publicando en el género? ¿O consideras que el lector de romántica histórica tiene quizás un poco de más manga ancha con las cuestiones de fidelidad histórica?
Creo que no se conoce bien lo que se publica hoy día. Igual que en cualquier otro género literario, no todo lo que se publica tiene calidad y, en romántica, entre editoriales y autopublicaciones, se publica tantísimo que no me extrañaría encontrar novelas con anacronismos, pero no es lo habitual. El buen lector de romántica es muy exigente y no hace concesiones en este aspecto.
Sé de lectoras de mis novelas que se han entretenido en comprobar cada comida, bebida, prenda de ropa o incluso conceptos y hechos que menciono, porque el Siglo de Oro es una época prácticamente desconocida para muchas.
Otra cuestión son los pequeños anacronismos que el autor decida permitirse por cuestión argumental o para enriquecer una escena. Creo que esos son aceptables en una novela romántica. Por ejemplo, en La joya de mi deseo, que transcurre en 1618, menciono varias veces el Salón Dorado del Alcázar de Madrid y no se le llamó así hasta dos años después, cuando el artesonado del techo del salón se pintó de dorado. Después de mucho dudar, decidí que era más importante el impacto y lo que sugiere el adjetivo “dorado” que llamarle Salón de Baile o de Comedias, ya que el lector podía imaginar automáticamente un teatro o un salón decimonónico con invitados bailando el vals, lo que no encajaría en absoluto con el Siglo de Oro.
– ¿Qué opinas sobre la visión que (en general) tiene la crítica de la novela romántica? Suele ser desdeñada y criticada de forma bastante dura.
Que es una verdadera lástima y no dejaré de luchar por que deje de considerarse, como a veces he oído, “infraliteratura”. Sinceramente, eso duele. Como ya he dicho, en todos los géneros literarios hay novelas de calidad y otras que dejan mucho que desear, pero nadie debería desdeñar una novela por el simple hecho de que sea romántica, que es lo que habitualmente sucede. El problema es que la mayoría de autores de romántica somos mujeres y seguimos viviendo en una sociedad conducida por hombres, por mucho que hayamos avanzado en el aspecto de la igualdad. Y refuerzo esta opinión con la del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante con motivo de un curso de Novela Rosa que dio en 1994 en Madrid: «Ha sido la envidia de los escritores, que no tienen la audiencia de las novelas rosa, la que ha condenado al ostracismo a este género de la literatura». Creo que, en parte, tiene razón. Y este el menosprecio por el género viene ya de muy lejos, como decís en un artículo de vuestra web (que guardo entre mis favoritos): “Seis razones por las que la novela romántica tiene tan mala fama”, y es una etiqueta que va a costar mucho eliminar, si es que algún día lo conseguimos.
Nuria Llop está trabajando ahora en sus próximas novelas. La escritora seguirá en terrenos conocidos y en las mismas épocas en las que se mueven sus anteriores novelas. “Sigo con el Siglo de Oro. Cuántas más cosas descubro de esa época, más me entusiasmo”, nos explica. “Estoy a punto de terminar la primera novela de una nueva trilogía. Avanzo unos años, a 1640, reinado de Felipe IV y cambiarán un poco los escenarios. Además de Madrid, pisaremos otros lugares de España”, añade.
Foto Libros de Seda