limites consentimiento yolanda leon

Si intentásemos crear un libro de historia partiendo de la novela romántica histórica, quizás pudiésemos llegar a la conclusión de que solo han pasado un par, como mucho tres, períodos históricos y en un lugar concreto. La romántica histórica está llena de novelas Regencia (ambientada en las primeras décadas del siglo XIX en Reino Unido) y un poco menos llena, pero también bastante completa de novelas ambientadas en la Inglaterra victoriana. La cuestión es que esos son los períodos que más se han usado y que posiblemente más gustan a los lectores del género (y, al final, cada género tiene sus momentos, sus tramas y sus personajes fetiche y todo eso forma parte del juego literario), aunque eso haga que todo esté lleno de lords y de duques y que si se lee ese género todos sepamos cómo tratar a la nobleza británica y qué ocurrió en Reino Unido entre 1800 y 1900. Pero, aunque estas son las ambientaciones más habituales, no son las únicas. Cada vez hay más títulos que no protagoniza el clásico lord y también más autoras de fuera del circuito anglosajón que están escribiendo historias que nada tienen que ver con la historia británica.

Entre las autoras de romántica histórica cada vez es más fácil encontrar títulos que exploran otros períodos históricos y que traen la trama más cerca geográficamente hablando. Una de ellas es Yolanda León, que acaba de publicar en Phoebe, el sello especializado en novela romántica de Ediciones Pamies, Los límites de su consentimiento. La trama novelesca sigue a Isabel de Corverán, una mujer que vive el cerco de Xàtiva por parte de las tropas partidarias de Felipe de Borbón (el futuro Felipe V). La novela se introduce así en uno de esos períodos poco tratados en la novela histórica (al menos de este género), la Guerra de Sucesión, y cómo enfrentó al país (Xàtiva era partidaria del otro candidato a la corona, el archiduque Carlos de Austria). Resulta por tanto casi obligatorio cuando se habla con la autora, con quien conversamos a través del correo electrónico, preguntarle por las razones por las que se centró en ese período histórico concreto (y no tan popular) para escribir su historia.

“Estuve dando muchas vueltas a la hora de decidirme por un hecho histórico que pudiera dar lugar a la trama. Hubiera podido ocurrir en una plantación del Sur invadido por los yanquis o en cualquier otra guerra, pero pienso que en nuestro país tenemos una historia muy rica que merece ser contada”, explica, apuntando que desde el punto personal siempre la ha parecido “que la Guerra de Sucesión, en concreto la Batalla de Almansa con la posterior quema de la ciudad era un hecho crucial en nuestra historia como pueblo, por lo que supuso la derogación de los Fueros. Además, es una época que siempre me ha fascinado, también en mi faceta como recreadora, y que está muy poco tratada”, añade. “Lo más complicado, quizá, era evitar las connotaciones políticas que algunos pueden buscar a ese periodo histórico. La Historia es Historia y no se pueden juzgar ciertos hechos con la mentalidad de 300 años después”, apunta.

los-limites-de-su-consentimiento-altaY tras la pregunta parece casi obligatorio hacerle otra y preguntarle por qué considera que se produce tan poca romántica histórica ambientada en España. “Pues quizá por complejos, tendemos a imitar a las autoras anglosajonas, y a valorar más la historia de otros países (de ahí que haya tantas novelas ambientadas en la Regencia inglesa), que la propia. Pienso que en España tenemos una historia muy rica para poder enmarcar grandes relatos y que las autoras españolas deberíamos ser las que más lucháramos por darla a conocer”, indica.

¿Novela romántica?

Los límites de su consentimiento no es, por otra parte, una novela romántica al uso, o al menos no se la puede considerar novela romántica si se tiene en cuenta lo que canónicamente se entiende por una novela romántica. De hecho, en GoodReads, gran parte de los comentarios empiezan por abordar ese tema. La historia podría meterse más bien dentro de la novela erótica (la Isabel de Corvirán protagonista de la historia llega a un acuerdo con el oficial francés para darle siete noches a cambio de que no quemen la hacienda familiar, en donde se han refugiado muchas personas). La autora, sin embargo, no acaba de verlo así y cuando le preguntamos por la etiqueta que deberíamos poner asociada al género de su novela ella sí habla de romántica. “Yo sí la consideraría novela romántica, pero quizá no una romántica al uso, porque he intentado huir de los tópicos del género. Quizá lo que la puede definir mejor para mí es erótica histórica romántica”, apunta.

“Lo que sí quise con esta historia es escribir algo diferente a todo lo que ya estaba cansada de leer. De hecho, la idea de esta novela me surgió a consecuencia del boom de 50 sombras de Grey, ese estereotipo de mujer insulsa, sin personalidad que se somete a todo por amor a un hombre demasiado perfecto, a la par que manipulador”, añade. “Me parecía irreal y que daba de las mujeres una imagen materialista capaz de soportar todo con tal de que le paguen una cena de lujo o la inviten a un fin de semana en París. Traté de imaginar una situación en que una mujer fuerte y con personalidad no tuviera más remedio que someterse a todos los deseos de un hombre, y qué situación más límite que una guerra y ver que todo lo que amas está en peligro”, afirma Yolanda León.

Cómo dibujar una época

Los personajes son además bastante fieles a lo que dos personajes del siglo XVIII podrían ser (algo que puede chirriar un poco a veces al lector actual, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a personajes que al final se comportan como si fueran del presente trasplantados al pasado en novelas históricas). “He intentado que los personajes fueran coherentes y reales dentro del momento histórico en el que planteé esta historia. Isabel es una mujer de inicios del S. XVIII con la manera de pensar y actuar de su siglo, y con Armand sucede otro tanto, es un oficial de su tiempo acostumbrado a tomar lo que desea por derecho de conquista”, apunta la autora. “Es quizá eso, el plantear esos personajes evitando el presentismo, lo que está chocando a aquellas lectoras que esperaban ver una mujer o un hombre con la mentalidad de nuestra época en 1707”, puntualiza.

La historia intenta ser también bastante respetuosa con cómo podría ser el pasado (o al menos eso es lo que se siente al leerla). “He intentado sumergir al lector en la época a través de los diálogos, pequeñas pinceladas y detalles cotidianos”, señala León cuando le preguntamos por el equilibrio entre hacer algo realista con lo que ocurría en el pasado y lo poco al final que conocemos los lectores de a pie sobre el siglo XVIII. “Para mí no ha sido muy complicado debido a mi afición por la recreación histórica, sobre todo de los siglos XVII y XVIII. Lo que hacemos precisamente es recrear la época, los usos, las costumbres, la ropa, para mostrar cómo se vivía en lo cotidiano”, apunta.

Avanzar la historia

Y otro punto sorprendente de la historia (y aquí debe parar de leer todo lector que quiera huir de los spoilers y que no haya leído la novela) es su propia estructura.

Uno de los elementos fundacionales, por así decirlo, de la novela romántica es que la historia siempre acaba con un final feliz (ese es el canon literario de este género), sin embargo, eso no ocurre con Los límites de su consentimiento. Nos encontramos con un final abierto y con un epílogo que abre muchas más preguntas. ¿Qué ocurre con los personajes? ¿Tenemos que esperar al tomo dos para encontrar las respuestas? Sobre este último punto, no queda más remedio que preguntar a la autora si habrá una continuación y por qué dejar el final en ese estado. “Armand es un personaje muy complejo, que tiene mucho más detrás de lo que deja ver, e Isabel se ha convertido en una maestra de su juego. Es obvio que estos dos personajes aún no han dicho la última palabra, y… Algo se anda cociendo”, nos dice.

El optar por un final así vino marcado por la personalidad de sus propios personajes, especialmente de su protagonista masculino, Armand, apunta la autora. “No tenía sentido tal y como planteé la trama desde el inicio ese final de color de rosa”, indica.