Cada cierto tiempo, Romancelandia –el nombre con el que se autodenonima la comunidad de autoras y lectoras de novela romántica en Twitter, especialmente la comunidad en inglés– estalla ante algún artículo o lista literaria. Lo suelen hacer con razón: las listas en cuestión prometen presentar las mejores novelas románticas del año, de la década o del siglo… para luego incluir títulos de Nicholas Sparks o Romeo y Julieta. Y, más allá de que Romeo y Julieta no es una novela, ni el clásico del Shakespeare ni las obras de Sparks encajarían con el criterio formal de lo que es una novela romántica. Sparks escribe historias sentimentales, cierto, pero eso no es necesariamente una novela romántica.
La literatura de género tiene unas reglas claras de lo que debe presentar para que, en la crítica literaria y en la taxonomía, por así decirlo, de los libros, se considere perteneciente a ese género. Pasa con todos los géneros, desde la novela de detectives a la ciencia ficción, y por supuesto también ocurre con la novela romántica. Que una novela incluya una historia de amor no implica que ese libro lo sea. Cumbres borrascosas, por ejemplo, no es una novela romántica, por muchos amores angustiados que haya de por medio. (Y las novelas del Romanticismo, movimiento literario, tampoco son novelas de género).
Habitualmente, la base de lo que es una novela romántica que se emplea es la que da la Romance Writers of America, la asociación profesional que agrupa al género en Estados Unidos. La novela romántica tiene «una historia de amor central», sobre la que se centra toda la trama («el argumento principal se centra en individuos enamorándose y luchando por hacer que la relación funcione») y un final satisfactorio y optimista. Si uno de los protagonistas muere y ese es el punto final, esa no sería una novela romántica.
Esto es, la historia tiene que seguir a dos personas (o más de dos personas en una relación poliamorosa) que se enamoran a lo largo de la historia y que acaban el libro en lo que en la industria se conoce como un HEA, un happily ever after, felices para siempre. (O como mucho: HFN, felices por ahora por sus siglas en inglés).
Esa es la base, como la de que en una novela de detectives tendremos un crimen y una resolución satisfactoria del misterio cuando lleguemos al punto de cierre, pero a partir de ahí se pueden escribir muchas variantes y muchas historias. Igual que no todas las novelas de detectives son iguales, obviamente no todas las novelas románticas lo son. No solo cambian los subgéneros – desde histórica a contemporánea pasando por suspense romántico, por poner unos ejemplos – sino que también lo hacen las escritoras que están detrás de las historias.
Me parece una explicación fantástica. ¡Gracias, gracias! La podría haber escrito yo misma, porque son mis palabras, una y otra vez cuando explico que contar una historia de amor no convierte una novela en romántica, que lo importante es el final feliz. Yo añado que, en medio, puedes encontrar cualquier cosa, desde la ciencia ficción al suspense, la histórica, el drama familiar o la comedia. Que la pareja no tiene por qué ser hetero, a veces son dos chicas, o dos chicos, o tres personas, incluso alienígenas y vampiros, que te todo hay… Muchas gracias por el respeto hacia este maltratado subgénero.
Exelente la explicacion y las definiciones, bastante claras.
gracias.
Escritoras o escritores que están detrás de la novela. Buen artículo, gracias