Hace unos años, Emer O’Toole, una investigadora universitaria, apareció en un programa matinal de la televisión británica. O’Toole era parte de una especie de debate. ¿Debemos o no depilarnos y qué ocurre cuando no lo hacemos? (spoiler alert: realmente no pasa nada…) Los dos presentadores del matinal estaban sentados en un sofá y enfrente tenían a O’Toole y a la dueña de un centro de belleza, que tenían que argumentar sus posiciones. La dueña del centro de belleza tenía que hablar de la depilación y O’Toole de la no depilación, que contaba en primera persona. Mientras, los espectadores podían votar con quién estaban de acuerdo desde sus móviles. Si ahora se busca a la autora en Google, uno de los primeros resultados es justo el vídeo de esa intervención. Está en inglés y la descripción lo vende como ‘una mujer no se depila las axilas durante 18 meses’.

O’Toole se convirtió en viral. Había ido al programa y diez minutos después se había convertido en un fenómeno mediático y recibía llamada tras llamada de medios de comunicación que querían hablar de ella. De hecho, llegaron a hablar con el departamento de comunicación de la universidad en la que entonces era investigadora y hasta con las supervisoras de su doctorado. La mujer que no se depilaba se había convertido en un fenómeno global, aunque ella misma reconoce que nunca quiso convertirse “en lo que mis amigos llamaban de guasa ‘el rostro internacional del vello corporal femenino’”.

La experiencia aparece en uno de los capítulos de No es lo mismo zorro que zorra (Seda Editorial), el libro que O’Toole dedicó a la experiencia de ser mujer en el siglo XXI y que es la historia de cómo despertó al feminismo (y que puede funcionar perfectamente como un libro para adentrarse en las cuestiones básicas que todos deberíamos saber y sobre las que todos nos deberíamos sentar a reflexionar).

En la contraportada explican que la autora se preguntó que significa ese concepto de ‘actuar como una chica’ (¿y quién no lo ha escuchado alguna vez?). El libro es un testimonio de sus propias experiencias, cierto es, pero se lee también como una especie de manual de iniciación al feminismo (que además se hace ameno y con el que es realmente fácil conectar y empatizar, posiblemente mucho más de lo que ocurriría con un texto más teórico).

O’Toole creció en Irlanda, en un hogar de esos que los periodistas definimos de un plumazo llamándolo tradicional y en el que no solo su madre lo hacía todo sino en el que además se perpetuaban los roles. Sus hermanos nunca tenían que ayudar a hacer nada. De hecho, ella misma comenta como había interiorizado muchas de las ideas que nos han transmitido generación tras generación. Pero una vez que te pones a pensar, analizar, leer y cuestionar, muchas cosas empiezan a tambalearse en esa estructura de ideas (O’Toole cuenta como le fue ocurriendo a ella, pero para una versión paralela – y más breve pero igualmente divertida – aquí hay un listicle de BuzzFeed sobre el tema).